Sin investigar… El Colegio Dominicano de Periodistas respalda denuncia infundada
Por Fernando Almánzar
Mi Tierra News
MIAMI, Florida - "Libertad con ética, respeto, solidaridad, transparencia y credibilidad"… Esa frase supuestamente reúne algunos de los "valores" que promueve el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), entidad gremial que agrupa y "representa" a los "profesionales" de la comunicación en República Dominicana.
Escribo las palabras "representa" y "profesionales" entre comillas porque dicha organización, el jueves, 16 de febrero, demostró que lo menos que hace es "representar" a sus integrantes, y que, su manera de actuar está a años luz de distancia para ser considerada "profesional"...
El asunto en cuestión son las recientes declaraciones del actual presidente del CDP, Aurelio Henríquez, con relación a la denuncia presentada por la comunicadora Rose Mary Santana, quien asegura fue "discriminada y desconsiderada" por los organizadores del evento que protagonizó el presidente Luis Abinader Corona, el pasado 28 de enero, en el Recinto Wolfson del Miami-Dade College, un importante centro universitario del sur de Florida.
Santana aseguró que fue "humillada" y que no se le permitió realizar su "libre ejercicio del periodismo" al ser sacada de "manera abrupta" del auditorio porque, como ella misma relató, estaba sentada en un asiento que no le correspondía, perteneciente a la hija de la exembajadora de Estados Unidos en República Dominicana, Robin Bernstein.
La querella de Santana, quien preside la Comisión de Asuntos Diplomáticos del CDP, infirió además que, a raíz de lo sucedido, su vida corría peligro y puntualizó que, si algo le pasaba, el responsable sería el Ing. Jacobo Fernández, excónsul general de República Dominicana en Miami.
Según la comunicadora, el Ing. Fernández ha orquestado un plan en su contra, y que durante su gestión de dos años al frente de la sede diplomática dominicana en el sur de Florida, el funcionario "se ha dado a la tarea de discriminar, bloquear y hostigar a periodistas dominicanos legítimos y conocidos en el desempeño de sus labores en esa ciudad".
El problema radica en que, sin indagar por cuenta propia el presunto suceso, Henríquez y el Colegio Dominicano de Periodistas dijeron "deplorar el atropello" del cual Santana asegura haber sido víctima. Henríquez precisó que la propia Santana lo llamó telefónicamente desde Miami para contarle lo que, según ella, había ocurrido.
En su mensaje, Henríquez se lava las manos como Poncio Pilato al hacerle un llamado a las autoridades consulares dominicanas y a la Oficina de Prensa del Presidente Abinader Corona, a que investiguen lo ocurrido en Miami la mañana del 28 de enero.
La petición es contradictoria porque si Henríquez está solicitando "investigar lo ocurrido", es porque él mismo no sabe exactamente qué fue lo que pasó. Entonces, si Henríquez desconoce los detalles del incidente -y tampoco indaga al respecto de manera independiente-, ¿cómo entonces adopta una posición basada exclusivamente en las declaraciones de Santana?
Con esta acción, Henríquez violó los principios básicos del periodismo y de la comunicación social: Verificar y consultar fuentes, ser imparcial y objetivo, desestimar rumores, y escuchar todos los lados de la historia, entre otros.
¡Pero Henríquez no es el único! El mismo error lo cometió el periodista Olivo De León, presidente del Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP) de República Dominicana. En un mensaje publicado el pasado 30 de enero, De León "protestó por el maltrato" que Santana dijo haber sufrido antes del acto del presidente Abinader Corona.
Es importante destacar que este servidor estuvo presente en el auditorio en donde supuestamente ocurrió el incidente y en ningún momento fui testigo de conmoción alguna. Todo transcurrió de manera cordial y sin incidentes. Tras leer las denuncias de Santana, hablé con varias personas de las que estuvieron allí presentes, y todas corroboraron que en ningún momento escucharon exabruptos o desplantes.
De forma paralela, consulté a la Oficina de Seguridad Pública y Emergencias del Miami-Dade College y, tras revisar la bitácora de incidentes del Recinto Wolfson, no se encontraron reportes de disturbios ocurridos la mañana del 28 de enero. Agregaron también qué, cuando una persona es expulsada del recinto académico, no se le permite la entrada de nuevo.
Esta política contradice la versión de Santana quien, después de que fue supuestamente escoltada para salir del auditorio, regresó al lugar para escuchar la charla del presidente Abinader Corona y compartir con los presentes.
Lo vergonzoso de esta situación es que, tanto De León como Henríquez, están conscientes de estas inconsistencias, por lo que a ambos le solicité investigar a fondo la denuncia de Santana, antes de adoptar una posición al respecto.
Lo mismo ocurre con la Filial Local del Colegio Dominicano de Periodistas en Miami. Ni Martina Soriano, la actual secretaria general, ni ninguno de los miembros de la directiva se han pronunciado públicamente sobre las denuncias de Santana, a pesar de que la mayoría estuvo presente en el acto y saben los hechos que describe la comunicadora simplemente nunca pasaron. Prefieren hacerse de la vista gorda para no contradecir la postura de Henríquez y del Colegio Dominicano de Periodistas en Santo Domingo.
El 31 de enero, cuando leí la declaración de De León, me comuniqué directamente con él para alertarle de que la denuncia de Santana era infundada, y que la entidad que representa debía investigar lo sucedido antes de asumir una posición…
Su respuesta fue: "Tenemos el deber y la obligación de creer en las denuncias de nuestros miembros, por lo que pedimos que se investigue y se adopten las medidas pertinentes. Generalmente cuando eso ocurre, se dan cuenta los afectados".
En parte estoy de acuerdo con De León, sí… todas las denuncias deben ser tomadas serias. Pero antes de emitir cualquier declaración al respecto, lo ético y responsable es investigar primero. Recordemos que no todos los periodistas son cortados por la misma tijera. La seriedad y la credibilidad son atributos que se establecen a través del trabajo y, aunque duele decirlo, en esta profesión hay periodistas que mienten e inventan. Por lo que, por más grave que sea una denuncia, investigar lo que pasó es vital.
En el caso de Henríquez, el pasado 5 de febrero le envié un correo electrónico detallado implorándole que por favor investigara lo sucedido en Miami. En mi misiva expliqué punto por punto las denuncias de Santana al igual que las inconsistencias que las invalidaban.
Henríquez me respondió al día siguiente con siete palabras: "Mañana le veo... leo y te devuelvo". ¡Nunca lo hizo! Los días pasaron y jamás contestó mi petición. Como resultado, el martes, 14 de febrero, le escribí de nuevo para darle seguimiento al correo que previamente le había enviado.
Su silencio, sin embargo, dijo más que mil palabras... En vez de contestar mis misivas electrónicas, optó por, dos días más tarde, compartir las declaraciones que cité anteriormente en las que -sin indagar por cuenta propia- respalda la denuncia hecha por Santana.
Está más que claro que Henríquez y De León hicieron caso omiso a los puntos que destaqué en mis comunicaciones con ellos. En lo personal, estoy en la mejor disposición de dialogar con ellos para ver cómo podemos lograr lo único que me interesa de todo este asunto: ¡Que la verdad salga a relucir! Yo soy Fernando Almánzar y así veo las cosas.
El periodista Fernando Almánzar es ganador de tres Premios Emmy a la excelencia en la producción de televisión, y actualmente trabaja en Miami como productor y editor de asignaciones de CNN en Español.
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