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Si lees una Noticia, ¡verifícala antes de compartirla!


Si algo he aprendido en mi larga carrera como periodista es que siempre es mejor salir de segundo con la información correcta, que "meter la pata" por querer ser el primero en divulgar una noticia... ¿Qué importa si ya lo publicó la agencia Associated Press, apareció en la portada del "New York Times" o en la pantalla de CNN? Hasta no comprobar la información por cuenta propia, simplemente no es verdad. Punto. Es imperativo verificar los detalles de los hechos antes de compartirlos.

La razón es sencilla: no todo lo que leemos, vemos o escuchamos es necesariamente cierto. Especialmente en esta era de redes sociales, cuando cualquiera publica lo que sea, y sabiendo que existen de modernas tecnologías para la manipulación de audios e imágenes, como la llamada "Deep Fake".

Antes de divulgar cualquier noticia, por más "creíble" que sea la forma de cómo nos enteramos, hoy más que nunca es vital que los comunicadores hagan su trabajo de consultar fuentes de primera mano.

A principios de la semana pasada, por ejemplo, decenas de medios importantes de todo el mundo pusieron en evidencia su mediocridad periodística al publicar una información que nunca verificaron y que resultó ser falsa.

El Papa Benedicto XVI se retiró en 2013.
Hablo del anuncio ficticio sobre el fallecimiento de Benedicto XVI, Papa Emérito de la Iglesia Católica que, si bien tiene 95 años y está frágil, continúa "vivito y coleando" recluido en un hermoso monasterio de la Ciudad del Vaticano.

El pasado lunes, 11 de julio, según algunos medios, el Papa "estuvo muerto" durante algunas horas, y hubo quienes hasta lloraron su partida al Cielo... La avalancha de desinformación comenzó con un mensaje publicado en la red social de Twitter que decía "Fallece el Papa emérito Benedicto XVI"... El autor del texto supuestamente había sido el obispo Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.

La "noticia" del supuesto fallecimiento de Joseph Ratzinger en cuestión de minutos se diseminó como pólvora por todo el planeta. Usuarios de Twitter la republicaron una y otra vez, y grandes medios en América Latina y Estados Unidos empezaron a reportar sobre la muerte de Benedicto XVI, todos sin confirmar.

Ninguno de los periodistas involucrados en diseminar la información tuvo la iniciativa de llamar al Vaticano para verificar el supuesto deceso del pontífice retirado. Todos pecaron de querer "ser los primeros en informar" y, vergonzosamente, se equivocaron.

Hasta el propio expresidente mexicano Felipe Calderón compartió la falsa noticia y envió sus condolencias a la Santa Sede, para luego tener que retractarse.

El periodista italiano Tommasso De Benedetti,
conocido como "el campeón de la mentira".
En este caso en particular, el rumor se originó en una cuenta ficticia de Twitter, que fue eliminada horas más tarde por la red social, pero que lucía completamente oficial con la foto y el nombre del Obispo Bätzing de Alemania. Antes de ser dada de baja del ciberespacio, en la misma cuenta se publicó que el falso informe sobre el fallecimiento del Papa había sido obra del periodista italiano Tommasso De Benedetti.

Desconozco cuál pudo haber sido su motivación, pero según los medios italianos, De Benedetti tiene un largo historial de crear cuentas falsas de Twitter, y también de publicar entrevistas inventadas con personajes de renombre como el Dalai Lama, Mikhail Gorbachev, y hasta el propio Mario Vargas Llosa, entre otros.

En una entrevista publicada en 2012 por el periódico británico "The Guardian", De Benedetti manifestó "Twitter funciona bien para [anunciar] las muertes (...) Las redes sociales son la fuente de información más inverificables del mundo, pero los medios de comunicación creen en ellas debido a su necesidad por la inmediatez".

Su reciente experimento de anunciar la muerte ficticia de Benedicto XVI indudablemente le da toda la razón al desprestigiado periodista. Como comenté, muchos medios de prensa compartieron la noticia sin verificarla.

La realidad, insisto, todos debemos tomarnos el tiempo de verificar la credibilidad de lo que leemos, vemos y escuchamos. De la misma manera que un piloto comercial no tiene margen para equivocarse en su trabajo, porque si lo hace puede estrellarse con un avión repleto de pasajeros, los periodistas no podemos cometer errores o ser negligentes a la hora de compartir noticias.

Para nadie es secreto que una amplia mayoría de los usuarios de Twitter, Facebook, Instagram y otras redes, por lo general no leen -ni verifican- la información que reciben. Usualmente se limitan a leer el titular -o con suerte el primer párrafo de la noticia, para luego comentarla, compartirla y hasta analizarla con sus marcadas opiniones.

Por eso las llamadas "fake news" o noticias falsas han tenido tanto éxito en años recientes. Cualquier loco inventa una noticia ficticia o simplemente tuerce una verdad a su conveniencia, lo publica en internet y, en cuestión de horas, se convierte en una teoría creída por millones en todo el mundo, por personas que se niegan a reconocer la verdad incluso aunque la evidencia real en sus manos sugiere lo contrario.

En esta era mediática del Siglo XXI, el fenómeno de que una mentira que se repite muchas veces se convierte en "verdad" es cada vez más común. Si no me creen, pregúntenle al expresidente Donald Trump que logró convencer a casi la mitad del pueblo estadounidense de que él ganó las elecciones de noviembre de 2020, a pesar de que sacó 7 millones de votos menos que su rival, el actual presidente Joe Biden.

De nada sirve tener muchos lectores o altos índices de audiencia si la información que divulgamos no es verificada por cuenta propia. El que quiere llamarse "periodista" debe saber cómo confirmar datos, levantar el teléfono y contactar las fuentes correspondientes. Un periodista no puede perfeccionar el arte del "COPY/PASTE", republicando todo lo que sale en las redes sociales u otros medios de prensa.

A veces, cuando leo noticias en la prensa digital dominicana, me da mucha risa porque encuentro el mismo artículo repetido en diversos medios, incluso con los mismos títulos -y hasta las mismas faltas ortográficas. En este caso, es obvio que alguien lo escribe, y el resto lo copia...

Esperemos qué, la próxima vez que se muera el Papa Benedicto XVI, los responsables en divulgar la luctuosa noticia primero se tomen el tiempo de verificarla con el Vaticano. Mientras tanto, yo soy Fernando Almánzar, y así veo las cosas...

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