Header Ads

La diáspora dominicana en Estados Unidos, "siempre con un pie aquí y otro allá"

Por Fernando Almánzar
Mi Tierra News

MIAMI, Florida - Romper ese "cordón umbilical" que, por más lejos que se encuentren los mantiene atados a la tierra que los vio nacer, es el principal "desafío de vida" que enfrenta la amplia mayoría de dominicanos que viven en Estados Unidos.

Y es que, si bien casi todos abandonaron su paradisiaco terruño caribeño en busca de oportunidades en el exterior, los dominicanos que trabajan, crean negocios y compran casa en suelo estadounidense, constantemente se mantienen con "un pie aquí y otro allá", queriendo estar a la misma vez "aquí y en Quisqueya".

En la mente y el corazón del dominicano que vive en la diáspora siempre arde el anhelo de que, algún día, regresará a su país para disfrutar allí su retiro y los ahorros acumulados tras largos años de sacrificio como inmigrante.

Las cifras más recientes de la Oficina Nacional del Censo estiman que en Estados Unidos, en 2020 había 2.1 millones de dominicanos. La mayoría de éstos (57%) residen en el área metropolitana de Nueva York; convirtiendo a los quisqueyanos en el segundo grupo hispano de mayor número en el noreste estadounidense; y la quinta comunidad de latinoamericanos con mayor presencia en Estados Unidos después de los mexicanos, los puertorriqueños, los salvadoreños y los cubanos.

La huella dominicana en la historia estadounidense

Lo que pocos saben, sin embargo, es que los dominicanos (o al menos personas procedentes de la Isla de Santo Domingo), han sido parte integral de lo que hoy es Estados Unidos desde muchísimo antes que se estableciera el primer asentamiento británico en suelo americano, o incluso las primeras 13 colonias que eventualmente se independizaron de Reino Unido en 1776.

La historia estadounidense documenta que la primera comunidad inglesa establecida en Estados Unidos fue Jamestown, en el estado de Virginia, en el año 1607. También, a principios del Siglo XVII, pero en 1620, llegaron los peregrinos puritanos a bordo del Mayflower y establecieron la colonia británica de Plymouth, en Massachusetts, con la ayuda de la tribu Wampanoag que habitaba la zona.

Curiosamente, casi unos 100 años antes de este encuentro sociocultural entre británicos e indígenas, en el año 1526 los españoles fundaron la colonia de San Miguel de Gualdape, en lo que hoy se conoce como la ciudad de Georgetown, en Carolina del Sur. Este fue el primer asentamiento europeo -en lo que hoy conocemos como Estados Unidos- fue fundado 39 años antes de la ciudad española de San Agustín, en la costa noreste de Florida, la cual fue incorporada en 1565.

Pero ¿cuál es la importancia de San Miguel de Gualdape para los dominicanos? Al igual que numerosas expediciones para explorar diferentes partes del llamado "Nuevo Mundo" salieron de la Isla Hispaniola, los colonizadores que se inicialmente asentaron en San Miguel de Gualdape comenzaron su viaje en Puerto Plata, entre 1519 y 1521, comandados por el magistrado español Lucas Vázquez de Ayllón.

Lastimosamente, la colonia de San Miguel de Gualdape no prosperó. Apenas duró unos meses debido a que los 600 colonos que llegaron desde la Hispaniola fueron abrumados por el hambre y enfermedades, el levantamiento de los esclavos que llevaron consigo y los frecuentes enfrentamientos con los indígenas que habitaban la zona, que recibieron a los invasores españoles de manera hostil. Al final, los 150 colonos que sobrevivieron no tuvieron más remedio que dejar el asentamiento y regresar a Santo Domingo.

A lo largo de la historia de Estados Unidos, hay diversas pinceladas de quisqueyanos quienes contribuyeron con su "granito de arena" en el desarrollo de esta gran nación.

Y, aunque muchos académicos argumentan que el primer flujo importante de dominicanos hacia Estados Unidos no se produjo hasta la segunda mitad del Siglo XX, en los archivos de la Isla Ellis (ubicada en la desembocadura del Río Hudson) está documentada la llegada de unos 4,700 de migrantes dominicanos, que atracaron por barco a suelo estadounidense entre 1892 y 1924. Dichos datos señalan que la mayoría (61%) eran hombres entre los 25 y 34 años que llegaron a Nueva York dispuestos a trabajar.

Está, por ejemplo, el legado que dejó el dominicano Esteban Hotesse, quien nació en Moca, República Dominicana y, a la edad de cuatro años (en 1923) llegó a Nueva York, donde creció. Cuando cumplió 23 años, tras el ataque japonés de Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941, Hotesse ingresó al Ejército de Estados Unidos para pelear en la Segunda Guerra Mundial y se hizo piloto, miembro del legendario escuadrón de los Aviadores de Tuskegee.

Flujo de dominicanos tras la caída de Trujillo

Durante la cruenta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (entre 1930 y 1961), la emigración de dominicanos al exterior fue prácticamente nula. A excepción de algunos opositores al régimen que lograron exiliarse, y un pequeño grupo de peloteros y artistas que pudieron salir del país para desarrollar y exhibir su talento en el extranjero, durante la era Trujillista la amplia mayoría de los dominicanos estaban atrapados en su país.

Por eso no es sorpresa que, con el magnicidio del Tirano el 30 de mayo de 1961, República Dominicana entró en un periodo de agitación política que catapultó una oleada migratoria de quisqueyanos hacia Estados Unidos a partir de principios de los años 1960s, y que continuó en masa durante las décadas siguientes.

Inicialmente, la mayoría de los dominicanos huyeron de Quisqueya para escapar de la persecución política, la inestabilidad social y las dificultades económicas por las que atravesaba el país.

Muchos dominicanos cruzaron el Canal de la Mona y se refugiaron en la vecina isla de Puerto Rico, pero la amplia mayoría de estos primeros migrantes quisqueyanos se establecieron en la ciudad de Nueva York, particularmente en el norte de Manhattan en los vecindarios de Washington Heights e Inwood, hoy conocidos como el "Pequeño Santo Domingo".

La segunda ola de inmigrantes dominicanos llegó en las décadas de 1980 y 1990, como resultado de la crisis económica en República Dominicana, acentuada por altos niveles de inflación, la escasez de combustibles y de artículos de primera necesidad, y frecuentes cortes en el suministro eléctrico.

Estos nuevos inmigrantes dominicanos, en su mayoría pertenecían a familias de bajos recursos, contrario a los que primero salieron en busca de oportunidades en Estados Unidos, que eran de clase media y con ciertos estudios universitarios.

¿Qué es ser dominicano?

Las raíces dominicanas son una mezcla de influencias africanas, europeas e indígenas. La música, la danza y la gastronomía del país son particularmente ricas y diversas. El merengue y la bachata son las formas de música más populares.

Entre los dominicanos que más han contribuido al panorama cultural de Estados Unidos, en la música se destacan Juan Luis Guerra, Romeo Santos, Prince Royce y Cardi B. En el cine, María Montez, Zoe Saldaña y Dascha Polanco; y en la moda y las letras, Oscar de la Renta y Junot Díaz, solo para mencionar algunos.

Ahora bien, no hay dudas que en las Grandes Ligas de Béisbol los dominicanos más han brillado, con grandes estrellas como Sammy Sosa, David Ortiz, Robinson Canó, José Reyes y Alex Rodríguez, entre otros muchos.

El impacto de los dominicanos

Los domínico-americanos han hecho contribuciones significativas a Estados Unidos en varios campos, como la política, los negocios, la educación y las artes. Muchos dominicanos han logrado el éxito en la política, como el representante Adriano Espaillat, quien en 2017 se convirtió en el primer dominicano en ocupar un escaño en el Congreso Federal en Washington.

En los negocios, el empresario César Cedeño fundó Dominican Foods Corporation, que se convirtió en uno de los mayores distribuidores de alimentos hispanos en el país. En educación, Julia Alvarez es una reconocida escritora y poeta que ha ganado numerosos premios por sus obras.

Los dominicanos estadounidenses también han enfrentado varios desafíos, como la discriminación, la pobreza y el acceso limitado a la educación y la atención médica.

Sin embargo, los hijos de Quisqueya han demostrado ser resilientes y con gran determinación para superar estos desafíos y lograr el éxito. En los últimos años, los dominicanos se han vuelto más activos políticamente, abogando por la justicia social y la igualdad de oportunidades.

Por eso hoy son los protagonistas de una comunidad vibrante y diversa, que ha sabido enriquecer el panorama social estadounidense con su cultura, música, gastronomía y emprendimiento profesional. A medida que la comunidad domínico-americana continúe creciendo y evolucionando, sin duda continuará haciendo contribuciones significativas a Estados Unidos.

1 comentario:

Con la tecnología de Blogger.