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¡Proteger a un mentiroso!: El dilema de los republicanos con George Santos

Por Fernando Almánzar
Mi Tierra News

El no decir la verdad a veces puede meternos en graves problemas. Esto a pesar de que, en términos generales, el simple acto de mentir no es un delito. Si lo fuese, la humanidad completa estuviera en la cárcel. Y es que, en algún momento de nuestras vidas, ¡todos mentimos!

Los padres les mienten a sus hijos y los hijos a sus padres. Cónyuges y hermanos se mienten entre sí, a pesar de todo el amor que sienten el uno por el otro. Le mentimos a nuestros parientes (cercanos y lejanos), a nuestros amigos, y a nuestros jefes y compañeros de trabajo…

Es más… hasta los sacerdotes, los médicos y los abogados también mienten. Hasta cierto punto, mentir es un fenómeno permitido y aceptado por la sociedad en que vivimos.

Lo que aparentemente es inconcebible para la amplia mayoría de las personas es cuando alguien miente de manera malintencionada para sacarle provecho a los demás, como lo hizo hace poco el republicano George Santos, actual miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Santos, de 34 años y raíces brasileñas, en las elecciones del pasado 8 de noviembre ganó su escaño congresional mintiéndole a los votantes del Distrito 3 de Nueva York, que abarca partes de Queens y Long Island. Durante su campaña, el joven político diseminó una avalancha de falsedades y contradicciones, las cuales fueron ampliamente denunciadas por la prensa y, a pesar de esto, fue juramentado por los republicanos para ocupar su asiento en el Congreso.

La realidad es que, si bien las mentiras de Santos lo convirtieron quizás en una persona non-grata, moralmente inaceptable, hasta la fecha no se ha comprobado que haya cometido un delito. En este momento, el legislador republicano está siendo investigado y, eventualmente, podría ser destituido. Pero por ahora, como su única falta fue mentir, mentir y mentir, todo parece indicar que seguirá representando a los votantes neoyorquinos, al menos por los próximos dos años.

La gravedad de este caso no son las mentiras que inventó Santos. El problema radica en que a pesar del escándalo que hoy lo rodea, la bancada republicana optó por respaldarlo y juramentarse para fungir en el Congreso. Por eso me pregunto, si Santos fuera demócrata, ¿hubiera recibido el apoyo de los republicanos para permanecer en el puesto? Seguramente no…

La débil mayoría que los republicanos tienen en la Cámara de Representantes colocaron al partido conservador estadounidense en medio de un debate ético: ¿Denunciamos al mentiroso o lo protegemos mirando al otro lado para poder mantener los apenas 222 escaños que logramos en la Cámara Baja?

La necesidad política los motivó a optar por lo segundo… Al no producirse la esperada "marea roja" en las elecciones de medio término de noviembre pasado (cuando los republicanos esperaban ganar entre 240 y 270 escaños congresionales), cada uno de los 222 puestos que sí conquistaron se convirtió en algo demasiado valioso frente a los 213 curules que mantuvieron los demócratas en la legislatura federal.

Si a principios de este mes, los republicanos no hubieran juramentado a Santos, entonces Kathy Hochul, la actual gobernadora de Nueva York y líder del Partido Demócrata, por ley hubiese tenido que nombrar a un sustituto y, por supuesto, ese reemplazo seguramente hubiera sido un demócrata.

Pero ¿cuáles son las famosas mentiras que metieron a Santos en problemas? A continuación, mencionaré solo algunas porque, si las comparto todas, en vez de un breve análisis terminaría haciendo un documental y Santos definitivamente no se lo merece… 

Santos comenzó mintiendo sobre sus raíces. Durante su campaña afirmó que sus abuelos eran de origen judío y que escaparon de Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial. La versión resultó ser falsa. Ninguno de los parientes de Santos son sobrevivientes del Holocausto, como afirmó; y al final, en vez de ser judío, admitió pertenecer a una familia de católicos brasileños.

Santos mintió sobre su educación. El político dijo que se graduó de la Universidad de Baruch College y que tomó clases en la Universidad de Nueva York. Pero en ninguna de las dos instituciones académicas existen registros de que siquiera estuviera inscrito.

Santos mintió sobre su pasado laboral. "Embelleció" su currículum diciendo que trabajó para la red de bancos de Citigroup y la firma bursátil Goldman Sachs. Pero las dos empresas aseguran que el republicano jamás ha puesto un pie en Wall Street.

Santos mintió sobre sus bienes. Dijo que provenía de una afluente familia brasileña, dueña de 13 propiedades de lujo en Nueva York. Pero su nombre no aparece en los documentos públicos de bienes raíces del estado.

Por el contrario, el político en repetidas ocasiones utilizó nombres falsos, supuestamente para cometer fraude. Está siendo investigado en Brasil por presuntamente robar la chequera de un hombre en 2008 y usar una tarjeta de identificación con el nombre del dueño de la chequera y una foto suya, según documentos policiales.

Santos mintió sobre su orientación sexual. Escondió que estuvo casado con una mujer 2019, y el hecho de que es abiertamente homosexual. De hecho, está documentado con fotos que en 2008 se vistió de mujer para competir en el reinado de belleza travesti Señorita Gay Río de Janeiro 2008.

Santos mintió sobre la muerte de su madre. El político dijo que su madre, Fatima Caruso Devolder, sobrevivió los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Relató que su mamá se encontraba en una oficina de las Torres Gemelas y que escapó antes de que se desplomaran.

Supuestamente, el cáncer que le causó su muerte en 2016 fue el resultado de los escombros que inhaló en los alrededores de la Zona Cero. El problema es que las autoridades de inmigración de Estados Unidos sostienen que la señora no entró al país hasta abril de 2003. Lo que significa que, el día de los ataques del 9/11, la madre de Santos se encontraba en Río de Janeiro, a unas 4,800 millas de las Torres Gemelas.

Y créanme, estas no son las únicas mentiras diseminadas por Santos. La lista sigue, sigue y sigue… Por eso, retomo la pregunta, ¿debieron los republicanos respaldarlo y juramentar a Santos sabiendo estas falsedades?... En lo que encuentro la respuesta, les recuerdo que soy Fernando Almánzar y así veo las cosas…

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