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¡Lula presidente! El izquierdista venció a Bolsonaro por un cerrado margen en segunda vuelta

Por un estrechisimo margen de menos de un punto porcentual de los votos, Luiz Inácio Lula da Silva volverá a ocupar el puesto de presidente de Brasil, tras vencer el domingo en segunda vuelta al actual mandatario y derechista Jair Bolsonaro.

El triunfo de Lula Da Silva, quien gobernó entre 2003 y 2010, representa el regreso de la izquierda al poder en Brasil, y marca una aplastante victoria personal después de que una serie de denuncias de corrupción en su contra lo obligaron a pasar 580 días de prisión.

Con el 100% de los escrutados, el Tribunal Supremo Electoral de Brasil reportó que el exlíder de 76 años obtuvo 60,345,999 votos para el 50.90% del electorado, la mayor cantidad en la historia de Brasil, rompiendo su propio récord de 2006.

Su rival Bolsonaro acumuló 58,206,354 votos para el 49.10% del total de los sufragios. De esta manera, Bolsonaro se convirtió en el primer presidente brasileño en no lograr la reelección desde el regreso a la democracia.

Minutos después de confirmarse la victoria, Lula Da Silva utilizó sus redes sociales para publicar la palabra "Democracia", junto a una foto en la que se ve su mano sobre la bandera de Brasil. Se trata del tercer periodo en el poder para el líder del Partido de los Trabajadores (PT) tras sus dos mandatos consecutivos (2003-2010).

La jornada electoral fue agónica pues ambos candidatos se mantuvieron codo a codo durante todo el escrutinio. La diferencia en votos es de alrededor de dos millones a favor de Lula Da Silva, para un total de 156 millones de electores.

El líder ultraderechista lideró en la primera parte del conteo, en la que llegó a tener una ventaja de 14 puntos. Fue superado por su rival con poco más del 67% del escrutinio, cuando comenzaron a ser contabilizados los votos de las pequeñas ciudades y de las regiones periféricas.

De la misma forma, en la primera vuelta, Lula Da Silva, señalado por los sondeos como el favorito a vencer este domingo, se mantuvo gran parte del escrutinio en el segundo lugar y recién pasó a liderar cuando el porcentaje de votos contabilizados superó el 70%.

En la primera vuelta, los sondeos subestimaron el potencial de Bolsonaro. El líder del PT venció el 2 de octubre pasado con el 48.4% de los votos válidos, pero, como no obtuvo más de la mitad de los sufragios, tuvo que medirse este domingo en el ballotage con el actual jefe de Estado, que recibió el 45.2%.

Lula da Silva asumirá el mandato el próximo 1 de enero, por lo que el estallido de júbilo en la emblemática avenida Paulista de Sao Paulo, donde se reunieron miles de votantes de Lula Da Silva, fue inmediato.

A diferencia de la primera vuelta cuando largas filas fueron el común denominador, este domingo la jornada transcurrió sin incansables esperas para acceder a las urnas. La gente, sin embargo, fue precavida y prefirió llegar temprano y esperar por más de media hora a que abrieran las mesas que al igual que el pasado 2 de octubre quedaron habilitadas a las 8 a.m. hora local.

Bolsonaro, un ex capitán del Ejército de 67 años, buscaba la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, pronunciando un discurso nacionalista. "¡Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos!", reiteró en sus discursos de campaña.

Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado. El presidente lanzó mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: "El que tenga más votos, gana".

Por su parte, Lula Da Silva prometió "arreglar el país" impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688,000 muertos. En su campaña destacó sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el auge de las materias primas.

En este tercer período no contará con la misma bonanza: Si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000. Tampoco lo tendrá fácil en el Congreso, donde los conservadores son mayoría.

Lula Da Silva volvió al ruedo político el año pasado, después de que sus condenas por corrupción fueran anuladas por motivos procesales. Había estado preso 19 meses salpicado especialmente por el escándalo "Lava Jato" sobre una red de sobornos en la estatal Petrobras.

La campaña acentuó la polarización en el país, dividido entre un movimiento conservador y aquellos con una visión progresista, acorde con la diversidad social de Brasil. La campaña para el ballotage fue todavía más abundante en desinformación, insultos y golpes bajos.

Lula Da Silva asoció a Bolsonaro con la "pedofilia" y el "canibalismo", mientras que el ultraderechista lo acusó de "borracho" y "traidor de la patria". El tono agresivo acentuó la polarización y el rechazo hacia ambos líderes.

El presidente de Estados Unidos Joe Biden felicitó a Lula Da Silva diciendo que espera que puedan "trabajar juntos para continuar la cooperación entre nuestros dos países en los meses y años venideros".

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