Día Internacional de las Viudas… Análisis de una problemática social
Por Rafael Baldayac
Especial para Mi Tierra News
La viudez siempre ha sido una importante problemática social, ya que en las familias donde el marido era el único proveedor del hogar, con frecuencia su ausencia ha hundido a sus descendientes en la pobreza. Tanto así que la muerte de un cónyuge en algunos casos puede conducir a la indigencia de las mujeres mayores.
Históricamente estas mujeres han pasado desapercibidas, sin apoyo de los gobiernos. De acuerdo con las estadísticas, se estima que en el mundo hay más de 285 millones de viudas, de las cuales más de 115 millones viven en la pobreza extrema.
Todavía en muchos lugares del mundo, el hecho de quedarse viuda acarrea una serie de consecuencias graves que afectan a la vida de estas mujeres y sus hijos, que quedan en la orfandad.
Para muchas mujeres, la devastadora pérdida de su pareja se ve magnificada por una lucha a largo plazo por sus derechos básicos y dignidad. Eso significa que la pérdida irreparable de un compañero de vida y cabeza de familia es una experiencia dura de afrontar para las mujeres.
Hoy los conflictos armados, la migración y la pandemia de COVID-19, entre otras situaciones globales, dejan a decenas de miles de mujeres viudas o con sus parejas desaparecidas.
Experiencias pasadas basadas en guerras o pandemias muestran que a las viudas a menudo se les niegan los derechos de herencia, se les arrebata sus propiedades después de la muerte de su pareja y hasta pueden convertirse en objeto de estigma y discriminación.
Cada 23 de junio se celebra el "Día Internacional de las Viudas", promulgado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para tratar de paliar los problemas relacionados con la viudez en todo el mundo.
También se le denomina "Cónyuge Superviviente" a la persona que ha perdido a su pareja por fallecimiento. El cambio de estado civil, viuda o viudo genera un cambio de rol en su vida.
Este término, a raíz del declive del matrimonio y la ampliación del concepto de familia, se utiliza incluso de manera legal, para denominar a la persona superviviente de una pareja, aun sea en "unión libre" por tener los mismos derechos que los casados en algunos lugares.
Todo esto sin dejar de reconocer que en muchos casos esta experiencia dependerá de distintas condiciones socioculturales, económicas y personales tales como edad, género y cantidad de años vividos con la pareja, así como etapa de la vida de la viudez y el apoyo que reciba de los hijos, parientes y amigos.
Sin embargo, en la antigüedad, el propósito principal de las mujeres en el matrimonio era producir hijos y herederos para continuar la línea familiar. Una viuda sin hijos padecía una doble adversidad, sin marido y ningún hijo que llevara el apellido y la cuidara y protegiera en su vejez.
Dios reconoció la situación de la viuda y se levantó en su defensa: "Un padre para los huérfanos, defensor de las viudas, es Dios en su morada santa" (Salmos 68:5,82:3).
Las viudas en el pueblo de Israel eran las personas más desamparadas de la sociedad. Ellas dependían directamente de sus maridos y cuando éste fallecía no tenían derecho a heredar los bienes.
Cuando Dios entregó la Ley a Moisés y a los israelitas, les dio instrucciones de cómo tratar a los huérfanos y a las viudas entre ellos, y les prometió duras consecuencias si no cumplían con su responsabilidad (Éxodo 22:22-23).
Una ley primaria del Antiguo Testamento que protegía a las viudas de la pobreza y el trato cruel era la del matrimonio levirato. Si no tenían hijos, ordinariamente se volvían a casar, como ordenaba esta ley, con el propósito de garantizar un heredero varón.
El hermano soltero del esposo de la viuda la tomaría como su esposa y realizaría "el deber de levirato". El primer hijo nacido de la viuda fue considerado como el descendiente legal de su difunto esposo. La ley del matrimonio levirato se ilustra en las historias de Tamar y Onán y de Ruth y Booz.
Comparta su Comentario