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República Dominicana: Sólido puente para el narcotráfico y el consumo de drogas


Ocultar la realidad es como querer tapar el Sol con un dedo y, cuando de consumo y tráfico de drogas se refiere, en años recientes, República Dominicana se ha convertido en protagonista.

Expertos coinciden que el consumo de drogas en el país caribeño apareció de forma masiva en 1965 tras la invasión de Estados Unidos, cuando militares americanos las llevaron inundando clubes deportivos y barrios de bajos recursos como San Carlos, Villa Francisco y Ciudad Nueva, entre otros.

En aquel entonces, el uso de drogas en Estados Unidos era rampante; muchos jóvenes norteamericanos empezaron a "experimentar" con sustancias ilícitas, algunos para enloquecer a sus padres y otros para tratar de definirse a sí mismos de manera diferente. El conflicto bélico de Estados Unidos en Vietnam, y las protestas en su contra, también alimentaron la proliferación del consumo de drogas.

Desde principios de los años 1970s, la drogadicción se esparció poco a poco por el territorio dominicano, y eventualmente se solidificó debido a la incapacidad de los gobiernos de controlar su uso.

Hoy, el consumo de drogas ilícitas en Quisqueya está por las nubes, y a la vez presente en todos los estratos sociales. Recuerdo que en la década de los 1980, cuando yo era adolescente, ya había drogas en Santo Domingo. Pero en aquella época, el consumo era exclusivo de algunos artistas y los "hijos de los ricos".

En ese entonces, solamente personas con mucho billete tenían acceso a las drogas. El resto de los mortales: gente de clase media y de clase baja, no podían endrogarse, aunque quisieran. Porque para conseguir marihuana, cocaína o pastillas para ponerse "high", se necesitaba dinero.

Además, cuando se sabía que "alguien" (o que el "hijo de alguien") consumía drogas, quedaba socialmente fichado y desprestigiado. Automáticamente se convertía en alguien con quien uno no podía relacionarse, por más estrecha que fuera la amistad.

En la actualidad, la historia es muy diferente. Hoy las drogas, además de estar presentes en urbanizaciones de la clase alta, se encuentran con facilidad en los barrios, entre los pobres, en escuelas públicas y colegios privados, y son consumidas abiertamente por músicos y cantantes, políticos, y hasta jueces y miembros del Congreso Nacional de República Dominicana.

Hay quienes culpan a los dominicanos repatriados desde Estados Unidos el haber fomentado el tráfico y consumo de drogas en el país. Y no dudo que muchos, tras cumplir con sus condenas criminales en prisiones estadounidenses, hayan regresado a su tierra y continuado con su negocio ilícito de drogas.

Pero esto no explica el hecho de que, en años recientes, República Dominicana se ha establecido como un puente para el narcotráfico. Cada vez con más frecuencia, gracias a su excelente ubicación geográfica, el país caribeño sirve de trampolín para rebotar la droga proveniente de México, Centro y Suramérica, para eventualmente distribuirla en Estados Unidos y países de la Unión Europea.

A principios de abril, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) anunció que, en los primeros tres meses de 2022, en República Dominicana se incautó una cifra récord de 7,000 kilogramos, sólo de cocaína. Dicha cantidad es alta si consideramos que, según el Centro de Información y Coordinación Conjunta, en el periodo de 20 meses entre agosto de 2020 y abril de este año, en el país se incautó un total de 34,000 kilos de esa droga.

La DNCD asegura estar trabajando junto a las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la Procuraduría General de la República y múltiples agencias de inteligencia, para hacerle frente al crimen organizado y frenar la entrada y distribución ilegal de drogas al suelo quisqueyano.

Y, para ser justos, las autoridades dominicanas sí han anotado algunos puntos a su favor. A principios de esta semana, la DNCD anunció los frutos de un operativo en el Puerto Caucedo en el que se encontraron unos 1,129 paquetes de drogas, presumiblemente cocaína.

Esta droga, según los investigadores, viajaba escondida en el interior de 33 bultos, que estaban camuflados con cinta adhesiva en un cargamento de zapatos, y que sería embarcado al Puerto de Róterdam, la segunda ciudad más poblada de Países Bajos.

Esa misma entidad anunció en febrero la incautación de 888 kilos de cocaína en operativos realizados en las provincias de Barahona y La Altagracia, así como el hallazgo de 14 kilos, escondidos en una maleta abandonada por un empleado, en el área de abordaje del Aeropuerto Internacional de Punta Cana.

La realidad es que este no es un problema nuevo. Gobiernos vienen y gobiernos van, y nadie logra mitigar el problema. Un informe publicado en octubre de 2017 por la Administración para el Control de Drogas (DEA), calificó a República Dominicana como "el principal puente" de narcotráfico del Caribe.

El reporte de 182 páginas, titulado "Evaluación Nacional de la Amenaza de la Droga", resaltó además que los narcos dominicanos lideran el tráfico de cocaína, heroína, fentanilo, marihuana y drogas sintéticas, en los estados de la Costa Este de Estados Unidos.

Está más que documentado que las bandas dominicanas de narcos se nutren de suplidores mexicanos, colombianos, y venezolanos; y que parte de la droga que llega a Estados Unidos a través de "mulas", personas que entran por los aeropuertos con pequeñas cantidades de droga escondida en sus cuerpos.

La droga también es ocultada en cargamentos de alimentos y bienes producidos en Quisqueya, y también transportada en lanchas rápidas que intentan burlar a las autoridades dominicanas y estadounidenses, que monitorean las aguas del Mar Caribe, el Océano Atlántico y el Estrecho de Florida.

Tristemente, la presencia de drogas ilegales en República Dominicana está convirtiéndose también en un atractivo turístico para algunos extranjeros que viajan al país sólo para consumirlas. Si el gobierno dominicano no toma cartas en el asunto, este fenómeno podría afectar al país a corto y largo plazo porque habrá turistas que, huyendo de las drogas, optarán por otros destinos para vacacionar con sus familias. Yo soy Fernando Almánzar y así veo las cosas…

El periodista Fernando Almánzar es ganador de tres Premios Emmy a la excelencia en la producción de televisión, y actualmente trabaja en Miami como productor y editor de asignaciones de CNN en Español. Puede escribirle por email a fernandoalmanzar@aol.com.

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