El mundo hoy sufre un movimiento migratorio sin precedentes
Rafael Baldayac
Mi Tierra News
Cada día, millones de personas de todo el mundo están en movimiento. La migración ha sido una realidad a través de la historia, pero la enorme cantidad de personas que migran en busca de una nueva vida no tiene precedentes.
Muchas son las razones... Situaciones desesperadas pueden hacer que la gente tenga que dejar sus hogares -desplazamiento por causa de guerra, persecución política o racial, desastres naturales, dificultades económicas locales, o presiones de la economía mundial.
La manera de referirse a estas personas refleja sus circunstancias, destaca Daniel Carroll de "Missio Dei", una publicación cristiana de la Red Menonita de Misión que invita a la reflexión y al diálogo acerca de la misión de Dios en el mundo de hoy.
El término "refugiado", por ejemplo, se aplica a aquellos que se han visto forzados a emigrar y buscar asilo en otra tierra. En contraste, se le llama "inmigrantes" a individuos que han salido de sus países de origen por decisión propia.
Los inmigrantes buscan residencia de corto o largo plazo en otro lugar y cruzan fronteras de acuerdo con protocolos establecidos en los puertos de entrada, y si eso no es posible, intentan entrar ilegalmente.
Una tercera y última categoría es la de personas que "son las desplazadas internamente". Son aquellas que migran por las mismas razones que los refugiados o inmigrantes, pero que permanecen dentro de sus fronteras nacionales.
La migración es un tema importante en la Biblia. Comenzando con Abraham, quien según las escrituras inmigró a la tierra de Canaán (Génesis 12). José y su familia realizaron un largo viaje a Egipto (Génesis 46 y 47); mientras que Moisés dirigió al pueblo de Dios durante 40 años por el desierto, rumbo a la tierra prometida (resumido en Números 33-35).
En el Nuevo Testamento, Jesús mismo repitió esta historia de migración, huyendo de Belén a Egipto junto a sus padres María y José (Mateo 2:13-23).
La migración es un tema muy controversial hoy en día. Algunos argumentan que las leyes migratorias son injustas e incluso discriminatorias, dando a individuos la justificación para inmigrar ilegalmente.
Una vez más, el problema no es la justicia de una ley. La única razón bíblica para violar una ley gubernamental es si esa ley viola la palabra de Dios.
"Todos deben someterse a las autoridades establecidas. Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las que hay, por él fueron puestas. Así que quien se opone a la autoridad va en contra de lo ordenado por Dios; y los que se oponen serán castigados", resalta la Biblia en Romanos 13:1-5.
Y que conste, cuando Pablo escribió eso en Romanos, él estaba bajo la autoridad del Imperio Romano, dirigido por el sanguinario emperador Nerón.
No hay nada en la Biblia que prohíba a un país tener fronteras totalmente abiertas o haber cerrado completamente las fronteras.
Ahora mismo el tráfico ilícito de migrantes es verdaderamente una preocupación global, pues afecta a un gran número de países del mundo que son puntos de origen, tránsito o destino.
Diariamente las noticias nos muestran la caravana humana conformada por unos 4,000 migrantes centroamericanos, que incluye a más de 1,800 mujeres y niños, que atraviesa México con la esperanza de llegar a Estados Unidos en donde buscan encontrar mejores condiciones de vida.
Los centroamericanos huyen de la violencia, el desempleo y la pobreza que asolan a sus países de origen. Tener una vida mejor, proveer para sus familias y escapar de la pobreza. Estas son motivaciones y objetivos buenos.
Sin embargo, no es bíblico violar una ley para lograr algo "bueno". El cuidado de los pobres, huérfanos y viudas es algo que la Biblia nos manda a hacer (Gálatas 2:10; Santiago 1:27; 2:2-15).
El hecho bíblico de que debemos cuidar de los desafortunados no significa que deberíamos violar la ley al hacerlo. Apoyar, facilitar y fomentar la inmigración ilegal, por lo tanto, también es una violación de la palabra de Dios.
Comparta su Comentario