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Desafíos en materia de derechos de salud de la mujer: Una reflexión

El derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental es esencial para la vida, bienestar y capacidad de la mujer para participar en todas las esferas de la vida pública y privada.

Catalina Olea Salazar
Revista COPPPAL

Es menester y oportuno señalar que, para la materialización de vías que garanticen la erradicación real y efectiva del irrespeto de los derechos de la mujer en general, incluyendo los de salud, debemos dar un giro a la lucha en ese sentido para pasar, de reclamos por la igualdad, a demandas por la equidad y forjar una justicia de género, en América Latina, el Caribe y el mundo, a todos los niveles.

Es a partir de ello que podremos enfrentar y combatir desde su origen y causa, los tan reiterados problemas que afectan a las mujeres latinoamericanas y caribeñas históricamente, debido a que el enfoque y atención de los esfuerzos están centrados sólo en la prevención y mitigación de las consecuencias del daño, y no en erradicar su origen, que se mantiene latente en la raíz, afectando seriamente y de manera progresiva la salud de la mujer.

Las últimas dos décadas se han caracterizado por profundas transformaciones, con la incursión de las mujeres en el mundo público que han abarcado, entre otros, el ámbito laboral, político, sanitario, económico, religioso y educativo; la fecundidad femenina, las consecuentes modificaciones de las relaciones familiares y del progreso, así como también el acceso a espacios públicos y privados de toma de decisiones: todas importantes, aunque insuficientes.

En muchos casos, con la lucha por la igualdad se han agravado las situaciones de inequidad e indignidad y, por consiguiente, de salud deficitaria que padece la mujer, exacerbándose dicho déficit a su vez, con la pandemia del COVID-19.

Y es que "el derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental es esencial para la vida, bienestar y capacidad de la mujer para participar en todas las esferas de la vida pública y privada. La salud no es sólo la ausencia de enfermedades o dolencias físicas, sino un estado de pleno bienestar físico, emocional, mental y social, y contribuyen a determinarlo, factores biológicos como el contexto social, político y económico en que vive". (Objetivo C, sobre Salud y Mujeres, de la Plataforma de Acción de Beijing).

Conforme lo expuesto, los retos en materia de derechos de salud de la mujer disminuirían en gran medida si empezamos a agregar a los compromisos asumidos tradicionalmente, la materialización y cumplimiento de la exigencia del diseño de una estrategia de política pública transversal aplicable a todos los sectores de la sociedad.

La citada estrategia debe incluir la implementación de programas de salud mental, emocional y espiritual para la población en general, preventiva y paliativa con métodos de diagnóstico, que provean las herramientas para aprender a desaprender creencias y prácticas y reaprender, a partir del cuestionamiento de prácticas culturales aceptadas que posicionan a las mujeres como seres humanos y ciudadanas inferiores, para lograr con ello la apertura a un cambio verdadero y de trascendencia. Además, habrá de incluirse la provisión de medicamentos si se requiere.

Asimismo, se requiere mayor compromiso e inversión para la implementación de programas eficaces de educación, promoción y prevención sobre salud sexual y reproductiva integral desde la adolescencia, dentro y fuera de los centros escolares, en alianzas estratégicas con proveedores de atención de salud, que incluyan apartados para la planificación familiar de calidad basada en los derechos, con directrices actualizadas sobre riesgos del aborto y el aborto seguro; la vacunación, detección temprana y tratamiento accesible.

En definitiva, el gran reto que abarca lo expuesto es, pasar de la llamada "deuda histórica con la mujer" (como algunos califican la explotación y violencia a que se mantiene expuesta la mujer aún hoy) a la restauración real y verdadera de su dignidad como ser humano, que tiene la misma esencia que el hombre.

Este artículo fue redactado por la periodista Catalina Olea Salazar, y publicado originalmente en la tercera edición de la Revista de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y El Caribe (COPPPAL) dedicada a las Mujeres.

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