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Reflexión: "Una carta desde el más allá", a propósito del aniversario del 9/11

La mañana del martes, 11 de septiembre de 2001, murieron
cerca de 3,000 personas en el World Trade Center de Nueva
York, en el peor ataque terrorista de la historia.

Por Leticia Teresa Pontoni
Especial para Mi Tierra News

Mi querida familia:

Ese día estaba tan claro, tan encantador. Un día soleado, sin tormentas, sin nubes. Nada podía cambiar mi buen humor. Me desperté a la misma hora. Fui a mi trabajo en mi coche. Era un hombre joven, de 48 años. Tenía una familia grande y hermosa con mi bella esposa, mis cuatro hijos, mi madre, mi padre y mi suegra. Estaba muy agradecido a mi Dios.

Tenía un buen trabajo, una casa bonita, salud y un gran jardín con muchas flores, y una mascota muy traviesa. Estaba alegre ese día de trabajo, y me fui al World Trade Center como todos los días, estuve trabajando allí. Tenía muchos amigos en ese lugar, y en algunas ocasiones, hablábamos de fines de semana, la familia y la vida.

Estábamos en el piso número 65 de la Torre Sur, y cuando me fui a sentar a mi escritorio, de repente oí un gran estruendo, alguien nos llamaba al teléfono con pánico en su voz y la histeria cortó rápidamente la llamada, fue una llamada tan corta.

Una gran conmoción estaba cerca de nosotros, un toque de miedo sobre nosotros, los rostros estaban tan acongojados. Bajamos las escaleras, vi a muchas personas que bajaban corriendo, y vi la solidaridad también. Dos personas se ayudaban a sí mismos, un perro que cooperaba con su dueño ciego.

Algunas personas estaban luchando por llegar a otras escaleras, a las puertas y varias personas saltaron a las calles por las ventanas con colosales vidrios sin mirar atrás, sólo trataban de encontrar una salida, y volar a cualquier lugar para evadir el fuego que los estaba alcanzando. Estaban buscando la mejor forma de salvarse, pero sólo encontraron la muerte.

Traté de buscar a todos mis amigos, pero sólo hay dos de ellos, no sé de ellos; estaba buscando en sus oficinas, pero nunca los encontré. Quizás están perdidos en esa multitud, cruel situación que vivimos en aquel día, todo esto ocurrió en un tiempo muy corto.

Cuando de repente, vi una sombra inmensa que nos cubrió y oímos un tremendo impacto, vi como una bola de fuego... Además, vi una luz blanca, un largo camino y alguien me estaba esperando al final de este camino.

Por otra parte, preguntamos ¿en dónde estábamos?... No soy el único aquí, somos muchos: hombres jóvenes, mayores, mujeres, etc. Somos espíritus, y estamos caminando, observando una vista extraordinaria, pero vimos el cielo azul, flores con colores espléndidos y todo huele tan dulce y suave.

El paisaje cerca de nosotros es agradable y tranquilo, una suave brisa nos toca. Acá no hay dolor. Se los digo a ustedes: "Los vientos embravecidos pueden romper nuestros corazones, pueden hasta quitarte la vida, pero nunca te olvides de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida". ¡No lloren por mí! Y sequen sus lágrimas.

Estamos en paz, quiero que ustedes también. Y recuerden, el tiempo es corto, traten de escuchar, y no corran. Vivan. Los quiero. Los echo de menos.

Un padre.

Un marido.

Un hijo.

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