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Reflexión: La tejedora de bufandas

Por Leticia Teresa Pontoni
Especial para Mi Tierra News

Ella era maestra. Luego llegó a ser directora y, cuando se jubiló, un día -y luego de varias operaciones quirúrgicas- como no podía andar por sus propios medios, decidió hacer algo por los que tienen frío y de paso acortar sus horas del día, pues debía permanecer en cama.

Fue así cómo decidió tejer bufandas. Y nacieron muchas y bellas bufandas. Compró agujas, lanas muy suaves y de varios colores. Se aventuró al mundo del tejido comprando revistas para aprender lindos y variados puntos.

Créanme. Su corazón latía fuerte cada vez que sabía que alguien estaría abrigado tal vez al salir del trabajo, o de la escuela o que ayudaría a sentirse más calentito al que vende diarios en la esquina.

Y así una bufanda verde que fue a Buenos Aires, en Argentina, a un sobrino. Un día concluyó con sus 22 bufandas y llegaron a sus dueños con ayuda de otra gente que ayudaban a la tejedora.

Ella sola no podía hacerlo. Su yerno le compraba las lanas y agujas, su hija ovillaba la lana. Todos ayudaban. Otras personas las entregaban. Era todo un círculo de ayuda en el que varios formaban parte de él.

Y sus horas eran mucho más entretenidas para la tejedora, y le encantaba tejer. Ella tejía con mucho amor y con una oración en cada vuelta del tejido. Pasaba ciertas horas del día anotando en su cuaderno los puntos, las medidas, el nombre de cada dueño de la bufanda. Y ponía una "E" de entrega cuando llegaba a su dueño. Le brotaba la felicidad en sus ojos verdes. Su corazón estaba de fiesta.

Llegó a contar 57 bufandas en su lista total. Y cada fin de año ya proyectaba seguir el próximo año con su obra de abrigar a los que tienen frío cada vez que el invierno llegaba. Y así colocarse esa "bufanda", la bufanda que la tejedora había hecho para ellos con tanto cariño.

Ella amaba entregar sus bufandas y decía que sólo eran "pequeños detalles". Por eso tejía y tejía. Decía que sentía música en su corazón cuando ayudaba a alguien o cuando sabía que esa persona iba a sentirse calentita.

Ella devolvía a la vida lo que la vida le había dado. Esto sí es amor verdadero. Y entrelazadas, puntos a la izquierda, puntos a la derecha, abajo o arriba, se pasó creando para ayudar.

Ya no está entre nosotros, pero su obra siempre será recordada.

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