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La realidad política dominicana: Buscando un cargo para el 16 de agosto y luego, desilusión

El economista y analista político Johnny Sánchez opina en esta columna que la realidad de muchos en República Dominicana es soñar por un cargo en el gobierno para el 16 de agosto, y que, al no conseguirlo, enfrentan gran desilusión.

Por Johnny Sánchez
Especial para Mi Tierra News

En las entrañas de la naturaleza humana vive una tendencia inercial que invita a idealizar y construir imágenes en la mente, que convierten a ciertos personajes de la política local en seres que jamás fueron, ni serán. Se trata de una inclinación, casi instintiva, que mezcla lo que se desea con la realidad.

Los defectos de estos se disimulan y las virtudes se multiplican. Lo que engendra un enorme riesgo, no por esa transición que inevitablemente concluye, sino por la inexorable aparición de la frustración que asoma.

Los grandes fundadores de las religiones, todos tienen sus tumbas... Sus seguidores realizan largas peregrinaciones para rendirles homenaje. Jesucristo, en cambio, no recibió ningún homenaje póstumo. A partir del momento que se iba a honrar su tumba, según las escrituras, él apareció proclamando su resurrección; otros dicen evolución.

En el tema político, un liderazgo personalizado que descansa en el sistema de prebendas y "sobrecitos" que no son más que una forma descarada de hacer una política "clientelar" y de despojo en base a los recursos del presupuesto nacional, impera en República Dominicana. En eso es que se basan actualmente los mal llamados líderes políticos partidistas en Quisqueya.

Repartir dádivas y prometer cargos en el gobierno a seguidores, simpatizantes y miembros del partido, es normal. Repartir lo que es de todos entre unos pocos agraciados en un sistema de padrinaje y de demagogia, heredada desde el Siglo XIX, reproduciendo de forma aberrante la corrupción a todos los niveles dentro de los miembros y simpatizantes de los partidos y en la población en general, continúa.

Por eso en las redes sociales hierven con acrimonia, esa mordacidad jocosa que suele hacer tan a menudo el contento, y risa de los demás, con histeria y maniqueísmo.

Cuesta creer que nos estemos convirtiendo en una sociedad de individuos deleznables, intolerantes, burlones, usando esa careta por no tener capacidad para discutir con altura y se recurre a la burla y relajo.

En el pasado se han vivido situaciones nefastas, indignas e indeseables. En ese instante no fueron percibidas con suficiente claridad. Pero hoy, con más serenidad y mayor cantidad de información, se entiende que todo lo ocurrido fue una gigantesca farsa con fatídicas consecuencias.

El ritmo lo deben proponer siempre los líderes, pero existe un tiempo óptimo para definirlo.

Si bien nunca es suficientemente tarde para hacer lo correcto, no menos cierto es que en el inicio de una gestión se debe aprovechar al máximo para poner los puntos sobre las íes dándole un sentido a lo que se va a encarar, precisando parámetros transparentes.

Eso no garantiza que la sociedad acepte esas formulaciones mansamente. Siempre la gente aspirará a más. Eso es muy razonable y hasta saludable. Después de todo, los ciudadanos también ponen la agenda sobre la mesa y exigen de acuerdo con sus percepciones y necesidades.

Cuando los dirigentes abusan de su excesivo "buenismo" con tanta candidez y suponen que pueden ignorar procesos tan elementales como estos, cometen una equivocación que tiene esperables consecuencias políticas.

No se debe prometer lo imposible. No es inteligente hacerlo desde lo estratégico, pero tampoco es honesto plantearlo de ese modo y eso la sociedad, más tarde o más temprano, lo advierte en toda su magnitud.

Es factible que durante la primera fase del idilio todo suene como una melodía seductora, pero a poco de andar, 24 meses, la realidad hará su parte, y si no se hacen los deberes, la sociedad pasará factura con absoluta crueldad.

Algunos dirán que es un poco tarde para replantear escenarios tan trascendentes. Vale la pena recordar que no existe peor error que el de insistir neciamente en transitar caminos inadecuados solo porque no se ha hecho lo necesario oportunamente.

Es imperioso establecer un nuevo contrato psicológico con la sociedad que tenga como base de sustentación colocar las esperanzas ciudadanas dentro de un marco de prudencia, seriedad y honestidad intelectual.

Es tiempo de trabajar con un horizonte claro, con directrices más específicas, blanqueando los costos que se deberán aceptar al circular por esos senderos y explicando detalladamente porque es indispensable hacerlo ahora, advirtiendo además sobre las secuelas que se derivan de no hacerlo.

Muchos en el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), se sienten ignorados y menospreciados porque esperaban ocupar cargos a los cuales están verdaderamente capacitados. Tienen experiencia y todo el tiempo han sido leales 100% al presidente Luis Abinader Corona, pero escoger un colaborador no debe ser basado en lealtad; si se le dio a los actuales una oportunidad y no resolvió, entonces busque otro, hay muchos en PRM capacitados.

Aparecerán entonces las predecibles resistencias y surgirán muchas críticas, pero si no se asume con hidalguía, nueva metodología, invariablemente los ciudadanos se encontrarán nuevamente con el fantasma de la desilusión y Guido Gómez Mazara, ganado adeptos.

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