El Fucú… El vocablo dominicano que describe a "la mala suerte"
Especial para Mi Tierra News
Si bien el origen de la palabra "fucú" está medio perdido en el tiempo, su significado es bien conocido por todos los dominicanos. Una persona que tiene "un fucú" es alguien acompañado de una carga de "mala suerte".
Ahora bien, no sé si "esa" mala suerte se la lleva quien tenga el fucú encima o si "el fucú" quien lo tiene se la transmite a otros.
En mi caso particular, debo decir que, soy una persona que goza de una suerte poco vista, quizás rozando en lo temerario, pero de altas y concisas buenas vibraciones. Sin embargo, últimamente he visto que mis amigos, uno por uno, han ido cayendo como mangos maduros. ¡A mí no me pasa nada!, pero a ellos sí...
El primero en caer fue mi amigo Carmelo, quien tenía cinco meses fugitivo de la justicia. El mismo día que me llamó para que desayunáramos juntos, fue el día que lo atraparon. Cuando terminamos de comer, se despidió de mí en el restaurante y, a través de las ventanas de cristal vi cómo fue esposado por la policía.
El segundo de esta larga lista fue mi querido amigo Andrés. Ya le había advertido que bajara la velocidad de su potente auto; más no hice poner los pies en tierra cuando el chillido de las ruedas llenó de humo todo el espacio. Solo escuché el estruendoso golpe seco contra un inmenso árbol que se cruzó por su camino. Su carro quedó inservible, pero también la casa del vecino al que el árbol partió por la mitad, como un cuchillo corta el pan.
El vecino tenía el cierre de la venta de su casa al día siguiente. Se la estaba vendiendo a mi queridísimo amigo Omar, que quería vivir al lado mío. Éste venía esa noche en avión desde Puerto Rico, pero nunca llegó. El piloto, enojado con su esposa, decidió perderse con todos a bordo en el Océano Atlántico.
Ni siquiera los que no son mis amigos se salvan. A Salvador le cortaron un pie por una infección; a David le quitaron la casa por falta de pago; a Miguel lo sacaron a la calle de la habitación en donde vivía. Nicole lleva dos semanas llorándole al novio que la dejó. A Juan lo botaron del círculo de artistas un día después de confesarme que, por primera vez en su vida, se sentía que "pertenecía a algo".
A mi galerista le cayó el Servicio de Impuestos Internos y lo acusó de "manejos turbios". Esto mientras que el simpático de su esposo, fue arrollado por un carro mientras paseaba en bicicleta.
Total, me estoy convirtiendo en una persona insensible y ajena ante tantas dolencias y malestares ajenos. Eso sí, deseo agregar ¡que no soy yo! el culpable o el fucú de estas "fatalidades".
Ni siquiera tengo que ver con que a la gata de Katiuska la mordió un perro que la dejó sin nalgas, ni a que mi mujer la picara una culebra, o que mi amante se tirara del tercer piso al no poder contestarle el teléfono cuando andaba en esa emergencia.
¡No! Que mi hermano dejó embarazada a la empleada de la casa, y cuando me llamó para contarme se equivocó y llamó a su mujer; ahora tienen 10 días desaparecidos él y la empleada.
¿Qué culpa puedo tener de que a toda esta gente le ocurran estas cosas? Yo solo les diría, como canta Juan Luis Guerra, "lo que me pasa a mí, le pasa a todo el mundo"… Si, señores, solo miren a su alrededor y se darán cuenta lo fácil que es ser confundido con un "fucú".
Recibimos diariamente noticias de "situaciones" que son normales de esta vida. Que se murió fulanito, que a "cosito" le detectaron cáncer, que se cayó la abuelita, la niña o el que sea. Siempre pasarán las vainas, los momentos de dolor, aprendizaje, entre otras cosas.
De la misma manera, y quizás en la misma proporción, recibimos "esas" noticias agradables… Se graduó mi hijo, a fulanita la ascendieron, me compré un carro nuevo, una casa nueva. ¡En fin!, que para que haya una mala noticia, es preciso que primero exista la buena.
Celebramos el nacimiento y lloramos la muerte. Disfrutamos la salud y sufrimos la enfermedad. Nos damos el gustazo y después nos jondeamos por el balcón más asequible.
¡La próxima vez que a alguien se le ocurra llamarle "fucú", dígale que usted no cree en esas vainas... Perdón, me están llamando por teléfono, "¡Aló!, sí…, ¿qué?, ¿que se suicidó el perro de Enriqueta tirándose al lago y el cocodrilo de paso se lo comió? ¡Pero si yo lo acabo de ver allá afuera y le di un susto pa' que se fuera pa' su casa!"… ¡Salud! Mínimo Fufurero.
Máximo Caminero es un reconocido artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, Florida.
Comparta su Comentario