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Esperanzas y soluciones económicas cumplidas en 2022 en República Dominicana

Por Johnny Sánchez
Especial para Mi Tierra News

Cuando la pobreza golpea tan fuerte a tantos, la oscuridad de un futuro incierto solo puede iluminarse con esperanza. Necesitamos renovar la ilusión y la capacidad de sobreponernos a las diferencias para encarar nuevos proyectos.

Resulta muy triste constatar la cantidad de jóvenes que deciden abandonar nuestro país con la esperanza de que, en tierras lejanas, se transformen en realidad sus sueños de un futuro previsible y promisorio.

Esto genera una profunda desazón, pero también alivio, en sus padres. Aunque, en tiempos de pandemia la reunión entre padres e hijos que viven en continentes muy distantes se ha dificultado, ninguno de los protagonistas de esta tragedia querría volver atrás.

"¿Qué nos pasó, Ivelisse?", preguntaba Maritza Sánchez a su hermana, recordando tiempos mejores en una vivienda modesta en la capital de República Dominicana.

La respuesta de Ive no se hizo esperar: "Gobiernos, uno detrás del otro, prometen y nunca cumplen".

Maravillosa síntesis, no solo de la decadencia dominicana sino también de los responsables de nuestras angustias endémicas y de nuestras pérdidas irreversibles. ¡Pobre República Dominicana!, tan generosa con nuestros abuelos y tan involuntariamente mezquina con sus nietos y biznietos!

¿Qué debe venir?

La segmentación de tarifas y la reducción de subsidios para recortar el déficit fiscal (como el reempadronamiento de usuarios de luz), la aceleración del ritmo de depreciación del peso y la determinación de que la base monetaria permanezca estable en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) en 2022. Aunque varias de ellas ya estaban en los planes oficiales, con esa política fiscal.

Por eso felicito, por el lado tributario, a Luís Valdez de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), pues con pocos recursos y técnicos logra cumplir metas recaudatorias con todo y pandemia en una economía de rebote. Sólo los que trabajamos impuestos sabemos lo duro que es recaudar en tiempos de estanflación.

A ese combo se sumará la subida de la tasa de política monetaria, que es la referencia del conjunto de los tipos de interés de la economía.

En este caso, se trata de la tasa que paga el Banco Central de República Dominicana a los bancos por la colocación de letras y certis, instrumentos con los que la entidad regula la cantidad de liquidez en circulación. Esta tiene un impacto en el rendimiento de los depósitos (tasa pasiva), por ejemplo, el de los plazos fijos, y en el costo del crédito (tasa activa).

Viene otra pequeña subida de tasas antes de 2023, asociadas en general a una política monetaria más contractiva, eso contribuye a elevar el costo de financiamiento, lo que impacta en la producción (aunque el Gobierno ofrece distintas líneas subsidiadas tanto para el consumo como para pymes).

A su vez aumenta el premio por ahorrar en pesos, como un desincentivo a la dolarización, pero en estos últimos tiempos, en realidad, la aceleración inflacionaria de 2021 dejó a la tasa en terreno negativo, es decir, quedó por debajo del ritmo de suba de los precios.

Mantener la tasa quieta podría estimular una reducción de la liquidación de divisas por parte de los exportadores. Más aún si se tiene en cuenta que, luego de la política de ancla cambiaria desplegada este año para intentar contener la suba de precios, la intención del Gobierno es que a lo largo de 2022 el dólar avance a un ritmo menor a la inflación.

Confió en el gobernador Héctor Valdez, quien desde el Banco Central buscará mantener estable el tipo de cambio real, aunque la entidad financiera se reserva un margen de acción para poder apuntar a los objetivos de estabilidad macroeconómica en general.

En el Gobierno descartan un salto devaluatorio grande. El Banco Central de República Dominicana tiene reservas que soltará sin presión si el dólar sube, aunque creo deberán limitarse importaciones primero de rubros con inflación importada y ayudar a la industria nacional a producir lo que consumimos y producimos aquí, nuestra calidad ha mejorado y si no hay pan, comeremos casabe.

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