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Reflexión: Feliz año 2019

Por Máximo Caminero
Especial para Mi Tierra News

Los mensajes llegan atropellándose unos sobre otros. Mi celular no para de sonar. Estamos en los últimos días del año y la gente se entusiasma enviando videos y frases deseando parabienes y todas clases de dichas.

Lo más cómico es que la cantidad de mensajes alentadores, donde se te dan cualquier número de consejos para que seas una mejor persona, son enviados por individuos e "individuas" (para que no se quejen las feministas) de conducta dudosa en el tras-antes y trasvenir del tiempo (como que me estoy inventando muchas palabritas).

Luego vemos que a medida que llega el ultimo día, van exhibiendo con desvanado (otra) orgullo, una artillería de bebidas alcohólicas claros signos de que piensan emborracharse para darle rienda suelta a esa candente pasión que brota al despedir el año viejo. ¡Bienvenido el nuevo año 2019!

No crean que estoy todavía en la resaca y que, por efectos de los tragos, perdí la dimensión del tiempo. ¡No! Lo que pasa es que estoy anticipando que los últimos días de este 2018, serán iguales al difunto del 2017.

Una copia fiel del 2016, del 2014, del 2005, del 1999 o el 1983 (no son quinielas ni la bolita que estoy dando).

Las tradiciones son hermosas. Memorias que nos retro-llevan (¡anoten esa!) hacia momentos muy especiales de nuestra infancia y juventud veintiúnañera, (no estoy fácil hoy) donde éramos felices, especialmente porque no teníamos que pagar nada, y el único estrés que teníamos eran aquellos de que si la noviecita me quería o no.

Podíamos degustar de esa mesa impecable llena de cuchocientos platos típicos (solos de diciembre) sin cargar con el estrés que tenían nuestros padres para que la familia pudiese disfrutar de una Navidad como "la sociedad manda".

Nosotros solo esperábamos la Nochebuena para darnos ese banquete y el Año Nuevo para salir a bacilar hasta el amanecer… Los Reyes Magos habían quedado muy atrás y eso nos acortaba los días de felicidad, que eran las navidades para los que aun gozábamos de tener sueños e ilusiones y "unos prósperos años nuevos".

La primera Navidad que pase fuera del terruño y calor del hogar me tocó a los 20 años en Dallas, Texas, en el año 1982. De repente me vi vestido de mesero, corriendo de un lado a otro, ante cientos de personas que no paraban de gritarme en un idioma extraño.

Los gringos eufóricos tomaban champaña y gritaban alegres la despedida del año, mientras mi jefe mexicano no dejaba de decirme "¡apúrale buey, te voy a mandar a la chingada!".

¡Como extrañé entonces mi rinconcito en el Caribe! Mis amigos y mis novias (¡sí, porque siempre las tuve en grupo!... un desastre) Como extrañé mis calles y sus olores, y todo ese carnaval humano que dentro de un caos urbano mantiene su orden descolorido y despojado de la cortesía hacia los demás. Aun así, me hacía falta mi gente.

No sé si fui el único, pero algo me huele mal. Desde entonces, todas las navidades y años nuevos nunca fueron iguales. Hubo muchos intentos, y hasta quisimos colocar más platos de los acostumbrados. Pero algo faltaba; algo no estaba bien. Definitivamente que ver el río desde una orilla, no es lo mismo que verlo desde la otra.

Quizás nuestros hijos tengan hoy esa sensación que tuvimos antes, cuando éramos cobijados por nuestros padres, pero en algún momento esos deseos del nuevo año. ¡Se nos vinieron encima!

Ya con casi seis décadas en el mercado y unas cuatro de experiencias vividas en carne propia, uno sigue disfrutando de la tradición y la fiesta. De la compañía de amigos y familiares que aún quedan.

Se da sus traguitos "disque" con más autorización y propiedad que si fuera un día común y corriente del año, porque "este" es el último día y eso hay que celebrarlo, atrás quedaron todas las vainas y chochadas que le cayeron a uno, a pesar de que en el anterior ultimo día te desearon lo mejor y ya viste...te seguiste jodiendo igual.

Los mensajes alentadores volverán y yo los seguiré borrando sin leerlos. Las buenas intenciones que en verdad me lleguen serán aquellas que vengan tradicionalizadas (personalizadas) y no como esta nueva sociedad de robots que les da "forward" a todos sus contactos de las docenas de mensajes prefabricados que reciben y que apenas leen.

Tenemos que mantener la esperanza siempre de un porvenir venturoso y abundante, ¡pero cuidado! Hay que reconocer lo que tenemos hoy que seguro perderemos mañana, porque nada es para siempre y entonces lo extrañaremos y ansiaremos tanto o más que lo que esperamos suceda mañana.

Cada día es un regalo que hay que abrir lentamente, respirarlo, olerlo, degustarlo y acariciarlo cual fuese ese último día que todos esperan para gritar!! como si se estuvieran quitando una vaina de encima.

El asunto es que cada año que pasa, nos va poniendo viejos y nosotros muertos de la risa y eufóricos, ¡pa' lante! hasta que nos toque... A pesar de que nos desearon un venturoso y "saludable" Año Nuevo". ¡Caballero! esta es la vida, un conjunto de cosas inexplicables. Así que, apúrate buey, antes de que te manden a la chingada, como me mandaron a mí. ¡Salud! Mínimo Caminero.

Máximo Caminero es un reconocido artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, Florida.

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