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Plegaria para la Ciudad Colonial luego de que teteo causara destrozos

Por Alexis Méndez
Especial para Mi Tierra News

SANTO DOMINGO - El pasado sábado, 28 de septiembre, "ardió Roma" en la histórica Zona Colonial de la capital dominicana. Fue un estallido que se veía venir. Más bien, una gota que terminó derramando la copa que se rebosaba de zona rosa, de sociopatía de diferentes estratos. Y, aunque esta vez se le pegó a los "hijos de machepa" que llevaron el desorden, la culpa de lo que pasó esa noche va más allá...

Hace años que, vestido de gloria, el infierno vive allí, entre exposiciones y al lado de museos y monumentos… ¿Acaso no recuerdan esos bares noventeros donde tenías que dejar los valores en la entrada?

Ahí iniciaron las fiestas de música electrónica, esas que llaman "raves", suerte de teteos para "blanquitos": mientras más escondidas, mejor… mientras más oscuras, más clara la buena reputación de la familia.

Y el pasado sábado, los “negritos”, entre "dembow" y perreo, acentuaron la estigmatización de los barrios capitalinos. Un suceso que demuestra que Dionicio no respeta el origen a la hora de reclamar sus cultos; que lo único que le interesa son las ofrendas que le hacen feliz, y que son resultado del baile que, buenos y malos ciudadanos, realizamos sin medir compases.

Roma sí ardió. Creció una pequeña llama que todos hemos ignorado. La que sólo alteraba a la señora odiosa, cuya mirada y gestos se postraron en la exageración. A ella hoy le damos la razón y hasta entendemos su desdén, el más protector de los muros de la ciudad.

Ante todo lo dicho, ¿dónde estaban las autoridades? Barrían el frente de la casa para que los turistas la vean hermosa y no se percataron del hedor que generaba esa basura que se posaba en el patio.

Ahora, como buenos "hijos de erre dé", quieren poner candado después del robo. Al final, ardió Roma y los organismos de seguridad resultaron con grandes quemaduras.

Nos toca "meter mano", mutilar si es necesario. Saber que la animación cultural y la diversión pueden convivir con la memoria: Con la primera catedral, el primer hospital, la primera universidad y la primera aduana del continente. Se trata de un modelo arquitectónico que fue referente, Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO que merece respeto.

Estamos a tiempo para seguir potenciando este activo de nuestra cultura y, por supuesto, que esté disponible para todos los que exhiban decencia básica y toda la responsabilidad posible.

Pero toca cuidarlo de la falta de educación, de conciencias y empatías ausentes, de divisiones ideológicas, de la popicracia y los "wa wa firendly". Toca entender que es el punto dorado de Santo Domingo, de la historia.

En fin, toca cuidar la Ciudad Colonial. Incluso, de nosotros mismos… de los nuevos tiempos.

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