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Lo que se siembra se cosecha... Nostálgico recorrido por Lawrence

Por José J. Záiter
Especial para Mi Tierra News

Hace poco tuve la oportunidad de regresar a la ciudad estadounidense en donde pasé parte de mi adolescencia y edad adulta. El lugar en donde nacieron mis hijos y donde, considero, empezó todo para mí: Lawrence, Massachusetts.

En el año 1845, dirigidos por Abbott Lawrence, un grupo de empresarios radicados en Boston (la capital del llamado "Estado de la Bahía"), fundaron una compañía llamada Essex. El propósito: sacarle provecho a un área rural localizada a unas 28 millas al norte de Boston.

Por el corazón de la zona atraviesa el Río Merrimack y, a unas escasas siete millas, hay una caída de agua (conocida hoy como Bodwell Falls), que según los desarrolladores de la época tenía el potencial de producir energía eléctrica.

Tanto Lawrence como sus socios consideraron los atributos favorables que esta combinación de tierra y agua ofrecía para hacer crecer sus intereses comerciales. Así empezó lo que hoy conocemos como la ciudad de Lawrence; la cual hoy cuenta con una población de unos 90,000 habitantes.

Lawrence, que ocupa un área de apenas 7 millas cuadradas, por muchos años fue considerado como el centro de producción de textiles más grande del mundo. Allí se establecieron, además, múltiples industrias como la de calzados y confección, entre otras manufactureras. De forma paralela, las áreas aledañas ofrecían oportunidades para la agricultura.

Estas diversas oportunidades laborales hicieron que Lawrence se convirtiera en un imán para migrantes de todas partes del mundo, que llegaban a Massachusetts buscando mejorar su calidad de vida. Tanto así, que Lawrence es conocida como una "Ciudad de Inmigrantes", y los dominicanos, por supuesto, no fueron la excepción, aunque su llegada no ocurrió hasta décadas después.

Reconocidos personajes como el poeta Robert Frost; el compositor y conductor de orquestas sinfónicas, Leonard Bernstein; guitarrista del grupo Aerosmith, Joe Perry; la actriz y exreina de belleza domínico-boricua, Susie Castillo; el diplomático Henry Dearborn; el exjugador de fútbol americano de los Chargers de San Diego, Ray Preston; el cantante Robert Goulet; y el reguetonero Nicky Jam, entre otros, nacieron en Lawrence, Massachusetts.

Para poner la presencia latina de Lawrence en contexto, hoy se calcula que 80% de su población es de origen hispano. Porcentualmente, esta pequeña ciudad de Massachusetts tiene más latinos que Miami, Florida, donde el 71% de la población es latina; y más que San Antonio, Texas y San Diego, California, donde la cifra de habitantes latinos es de 64% y 30%, respectivamente.

¿Cómo terminé viviendo en Lawrence?

Mi tío Bolívar, en 1966, se convirtió en el primer miembro de nuestra familia que migró a Lawrence. En aquel momento, la comunidad dominicana era prácticamente inexistente. Mi primera visita allí fue un año más tarde, en 1967, con apenas 11 años. Entonces residía en la ciudad de Nueva York y fui a pasar las vacaciones escolares de verano donde mi tío.

Recuerdo que mi estancia en Lawrence fue un poco frustrante... Yo era un asiduo fanático de los Yankees de Nueva York y sus eternos rivales, los Medias Rojas de Boston, ese año estaban teniendo una temporada espectacular, apunto que hasta llegaron a la Serie Mundial contra los Cardenales de San Luis.

Del otro lado de la moneda, mis adorados Yankees tuvieron una temporada desastrosa. Fue angustioso y humillante para mí hablar de béisbol con mis contemporáneos, y eso marcó mi percepción cuando regresé a casa a la ciudad de los "rascacielos". En ese momento, pensé que jamás regresaría a Lawrence, y mucho menos que eventualmente lo convirtiera en mi hogar.

Desde que tuve uso de razón, viví con mi abuela en mi pueblo natal de Baní. Pero por circunstancias nos separamos por un tiempo. En ese intervalo, ¡ella se fue a vivir a Lawrence!; y años más tarde (en abril de 1970), se presentó la oportunidad y yo también me mudé allá con mi adorada "Guela" Bibiana.

En ese entonces, la comunidad dominicana seguía siendo muy reducida, pero las indicaciones eran que su presencia iba en ascenso.

Ya para mis 14 años, dominaba el idioma inglés, y esa habilidad me brindó la oportunidad de ayudar a mis compatriotas como traductor cuando realizaban trámites legales o visitaban oficinas gubernamentales.

Esas experiencias, a través de los años, me permitieron penetrar al mundo anglosajón y, en especial, ponerme en contacto con quienes ejercían el poder político y empresarial en nuestra comunidad. Por ende, poco a poco surgieron oportunidades de empleos, de participar en campañas políticas y actividades comunitarias, incluso a nivel del Estado de Massachusetts. Me consideraba todo un "Lawrenciano", y hasta sucedió lo inevitable: me convertí en fanático de los Medias Rojas de Boston, cuyo estadio está localizado a una distancia de 31 millas.

Latinos, rompiendo barreras

Al mismo tiempo, no perdía de perspectiva en esos años de los 1970 que, aunque íbamos creciendo en números, la discriminación -aunque sutil-, se mantenía muy presente, y era prácticamente imposible para los miembros de nuestra comunidad escalar a posiciones públicas de importancia o de poder.

En abril de 1979, sucedió algo que, sin dudas, empezó a romper algunas barreras y, en términos generales, por primera vez reconoció a la creciente comunidad latina de Lawrence y municipalidades aledañas.

El periódico "Lawrence Eagle Tribune", entonces el medio más poderoso del área abrió una vacante para contratar a un reportero que fuera de origen latino, bilingüe en inglés y español, y que surgiera de las propias entrañas de la comunidad.

Lo más importante: el periódico no quería contratar a alguien con un título universitario en periodismo porque ellos se encargarían de "entrenarlo". ¿Por qué ese enfoque fue significativo? Porque le envió un mensaje directo al poder político y empresarial de que era tiempo de reconocer a la comunidad latina de Lawrence y los aportes que hacían en favor de la comunidad, particularmente en la economía local.

Surgió la casualidad de que el "Lawrence Eagle Tribune" decidió contratarme a mí, y por los siguientes dos años fui el primer reportero latino del diario, escribiendo artículos en inglés. El enfoque era resaltar las contribuciones de la pujante comunidad dominicana y latina en general. Mi trabajo era identificar las áreas donde existían quejas y deficiencias, al igual que desigualdades, para mejorar el bienestar social de Lawrence.

A partir de ahí, surgieron nuevas iniciativas tomadas por miembros de nuestra comunidad, como la líder puertorriqueña Isabel Meléndez; y Julia Silverio, la primera dominicana electa al Consejo Municipal de Lawrence. Ralph Carrero, el primer dominicano electo a la Junta Escolar, y exitosas personas de negocios, como los dominicanos Juan "Fufo" Castillo, Daniel Sánchez, Bernardo "Benny" Espaillat y Gilda Durán, entre otros.

Tras residir en Lawrence por 22 años, y ocupar una serie de cargos tanto en el Gobierno Municipal, como en el sector privado, consideré que era tiempo de pasar la batuta a una nueva generación de líderes y, en octubre de 1992, empecé una nueva vida en el Sur de la Florida.

El alcalde de Lawrence, Bryan de Peña, el
empresario y activista José Záiter, y el miembro de
la Cámara Baja de Massachusetts, Frank Morán. 
Recordando parte de mi historia

Hace unos días me puse a leer en internet artículos existentes en los archivos de la Sociedad Histórica de Lawrence, y me surgió la idea de donar una serie de artículos que yo había escrito durante mis días como reportero del "Lawrence Eagle Tribune", como también otros documentos de cierta relevancia histórica.

Consideré que eran importantes para las nuevas generaciones de dominicanos, ya nacidos en Lawrence, tomar como punto de referencia e información de cómo se fue tejiendo el laberinto de los inicios de lo que es hoy es la comunidad dominicana en esa ciudad.

Con ese propósito, hice contacto y la respuesta fue positiva. Aproveché un viaje que tenía pendiente a la ciudad de Boston y al estado de Maine, y viajé de visita a Lawrence. Pero antes de llegar me comuniqué con mis eternos amigos, Ana Medina y el Ingeniero Marcos Devers, el primer alcalde dominicano de Lawrence y también exrepresentante estatal de Massachusetts.

El propósito era aprovechar mi estadía y compartir socialmente con ellos para recordar aquellos tiempos. También nos acompañó Yadira Betances, quien me sustituyó como reportera en el "Lawrence Eagle Tribune"; y además, el amigo José Javier, quien hoy colabora con el actual alcalde Bryan de Peña, quien con William Lantigua y Kendrys Vasquez, forman el cuarteto de alcaldes de Lawrence nacidos en República Dominicana.

A ellos les expresé mi interés de hacerle una visita de cortesía al alcalde De Peña, cosa que sería poco probable, porque solo estaría en Lawrence unas cuantas horas. Entré por la parte sur, alrededor de la 1 p.m., y de inmediato me encontré con una ciudad que, aunque enseña su fatiga causada por los años, está limpia, organizada, asfaltada, con algunas estructuras modernas, y las mismas características de cuando residía en ella.

Hacía unos años que no visitaba mi ciudad. Después de mi encuentro con la representante de la Sociedad Histórica de Lawrence, el cual duró unas dos horas, recibí una llamada de Ana y me informó que el alcalde De Peña me recibiría en su oficina a las 7 p.m. de la noche.

Al entrar al ayuntamiento, la nostalgia se apoderó de mí, puesto que, entre mis pasadas funciones laborales, entre 1991 y 1992 trabajé como asistente del entonces alcalde Kevin Sullivan.

Cuando el alcalde De Peña me recibió, lo primero que me preguntó fue "¿Y dónde está la barba?"; a lo que le respondí, "me la afeité porque ya tenía muchas hojas blancas".

Al entrar a su despacho y presentarme a sus dos asistentes, tanto José, Ana, Yadira, al igual que Frank Morán (quien es dominicano y líder secundario de la Cámara de Representantes de Massachusetts), entablamos una conversación por más de una hora sobre los avances de la comunidad dominicana en Lawrence a través de los años.

El ameno momento contó con anécdotas de nuestros comienzos y las luchas que asumimos.

Las cifras compartidas por el alcalde De Peña fueron simplemente impresionantes. Dijo que, en la actualidad, el 65% de la población de Lawrence es de ascendencia dominicana, 85% de los comercios son dominicanos y de los 10 miembros del Consejo Municipal de la ciudad, nueve dominicanos. En las escuelas, el 94% de los alumnos son dominicanos o hijos de padres dominicanos.

Al final del encuentro, el alcalde De Peña me sorprendió con un pergamino de reconocimiento por mi entrega a las causas por el bienestar de Lawrence y, curiosamente, por haber sido el primer periodista latino en la redacción del "Lawrence Eagle Tribune".

Manejando de regreso, pasé sobre el puente del Río Merrimack, donde a un lado se encuentran las cascadas de Bodwell Falls y al otro, gigantescos edificios de ladrillo, los cuales una vez albergaron esas fábricas de textiles que por años fueron el pilar de la economía estadounidense; al mirar por el espejo retrovisor del vehículo, vi como Lawrence me decía "adiós, hijo, siempre seré tu casa".

Lo que se siembra se cosecha (Jeremías 1-19).

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