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Opinión | República Dominicana y su decepcionante gobierno

Por Manuel Almánzar Castillo
Excónsul de República Dominicana en Miami

SANTO DOMINGO - Como ciudadano de República Dominicana y militante de la Fuerza del Pueblo, el pasado lunes, 1 de mayo, acudí al llamado de mi partido que realizó una marcha multitudinaria con motivo del Día Internacional de los Trabajadores.

Caminé por las calles de la parte alta de la capital dominicana incluidas en la ruta de la marcha y, para ser sincero, lo hice con precaución extrema. En las aceras por donde pasé, los hoyos y las ranuras en el concreto del suelo eran demasiado frecuentes y peligrosas.

Al caminar fui cuidadoso para no accidentarme y, ni hablar de la basura acumulada en las calles. Parece increíble que los ayuntamientos, cuya única ocupación prácticamente es recoger la basura, no cumplan su trabajo recogiéndola.

Pero ante esos desafíos de los que fui testigo durante mi recorrido, me llevé a casa un aire de satisfacción. Me contagié de la emoción de los miles de ciudadanos que acudieron a la convocatoria de la Fuerza del Pueblo.

La respuesta de la gente fue fenomenal, poniéndo una vez más en evidencia que el pueblo dominicano actualmente está profundamente decepcionado por el fracaso de este gobierno en dar respuestas, precisamente a los temas que adornaron su campaña política durante la contienda electoral de 2020.

El alto costo de la vida aprieta los bolsillos de los dominicanos; los alimentos están inalcanzables. Eran los propios ciudadanos quienes, a todo pulmón, denunciaban los precios a los que adquirían artículos de primera necesidad como el pollo, el arroz, las habichuelas, los plátanos, y demás productos de la canasta familiar.

A esto se le suma la falta de agua potable, los frecuentes cortes de la energía eléctrica y todos los servicios básicos, también inasequibles para muchos dominicanos.

Peor pasa con el tan cacareado Plan de Seguridad. Hoy, el pueblo está condenado a trancarse sin poder salir de su casa, porque la delincuencia se ha quedado con el control de las calles. Cuando se sale por la mañana, nadie tiene la garantía de que regresará sano y salvo en la noche. Nadie sabe si llegará a su hogar con el fruto de su trabajo.

En estos tiempos llama la atención la crueldad con que actúan los delincuentes. También ha aumentado violencia intrafamiliar, los feminicidios y otras variantes de crímenes vividos a diario en el territorio dominicano.

La caída estrepitosa de los servicios públicos; las oficinas del gobierno se ven ruinosas y la falta de mantenimiento es evidente. Ni que decir de la calidad de los servicios. Fue muy notable lo sucedido en la Dirección General de Pasaportes, donde hace poco se agotaron las libretas. 

En cuanto a los servicios hospitalarios se refiere, hemos el cruel y desproporcionado aumento de la mortalidad infantil, la desaparición o disminución del programa de medicamentos de alto costo, el resurgimiento de enfermedades -que creíamos desaparecidas- como la viruela, generadas por falta de vacunación y descuido.

De forma paralela, los hospitales de República Dominicana tienen una carencia de médicos, enfermeras y laboratoristas, al tiempo que el deterioro y la falta de mantenimiento de los equipos médicos son cada vez más evidentes. En las farmacias populares, faltan medicamentos.

De la agricultura, ¡ni hablar! Los campos están en ruinas, por lo que la comida es cara y de baja calidad. A la educación no le cabe un escándalo más. La calidad académica está por el piso. Ni siquiera el desayuno escolar funciona bien. La carencia de libros y uniformes son una muestra de que existe una falta de una visión sobre la educación y la consecuente caída de la calidad académica.

La tan cacareada lucha contra la corrupción parece no incluir a los funcionarios de este gobierno. Pues van decenas de casos de mala gestión en la administración pública sin que pase absolutamente nada; sin que se mueva la justicia.

Lo bueno de la democracia es que le pone límite a los gobiernos y da oportunidad al pueblo de rectificar los errores electorales. Le da la oportunidad de escoger nuevos gobernantes cuando los actuales no dan pie con bola.

Este gobierno será tristemente recordado como el de la improvisación, las promesas incumplidas, la falta de planes y de visión.

Por eso el pueblo marcha con Leonel Fernández Reyna y espera pacientemente el 19 de mayo de 2024, para llevar al poder al líder más preparado, experimentado y bien intencionado que tiene República Dominicana. Por eso Fernández Reyna volverá a la presidencia.

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