Reflexión: Jóvenes, por una política con vocación de servir
Por Manuel Almánzar Castillo
Excónsul de República Dominicana en Miami
Sin querer halagar un pasado lleno de sueños (algunos inconclusos), es pertinente recordar los elementos básicos que conducían a jóvenes de otras generaciones a darle riendas sueltas a sus inquietudes al involucrarse en la actividad política.
Manuel Almánzar Castillo, Excónsul de República Dominicana en Miami |
La meta común es crear familias y criar a los hijos en un clima de libertad, democracia, prosperidad y oportunidades, donde las distancias y diferencias sociales se reduzcan, y la educación sea el elemento fundamental para producir cambios de vida y la mejor herramienta para cortar -para siempre- las cadenas de la pobreza, a la cual estábamos atados de pies y manos más de 98% de los hijos de esta tierra bendita por Dios, la República Dominicana.
Los muchachos se involucraron en política sin mayor ambición, que no fuera luchar por un futuro mejor para los hijos de Juan Pablo Duarte. Nadie llegaba a la política detrás de beneficiarse. La política era casi una ofrenda de la vida, y muchos la perdieron en plena juventud antes de que sus sueños se materializaran.
Fruto de esas luchas y de grandes cambios sucedidos en el plano internacional, poco a poco fuimos rompiendo cadenas.
Negar los avances y logros de las últimas décadas es faltar a la verdad. ¿Hemos llegado a la meta?... Probablemente no. Pero de que hemos dado pasos agigantados, no creo que a nadie mínimamente racional se le ocurra negarlo.
La realidad es que la democracia es caprichosa. Aquí vimos cómo las organizaciones que dieron sus mejores hombres en aras de la libertad desaparecieron o se empequeñecieron con la llegada de la libertad y, como tutumpotes, oligarcas y otros tantos cuya indiferencia o complacencia hacían causa común con los opresores, pasaron a ocupar sitiales privilegiados, negados por cierto a los que guardaban en sus espaldas las huellas del látigo del opresor.
Con todas esas imperfecciones, hemos logrado grandes avances democráticos. Avances que debemos defender hasta el último suspiro. El pueblo y la sociedad dominicana son muy inteligentes, y me arriesgo a decir que va un paso por delante de su clase política.
Sabe bien cuando se le miente o cuando se le intenta engañar. Sabe bien las caretas que adornan los rostros de quienes, sin tener verdadera vocación de servicio, logran espacios de poder que ponen al servicio de sus intereses personales, empresariales, sociales y de grupos corporativos, cuyo único fin es quedarse con las riquezas nacionales.
Ahora, bajo un discurso distinto, con signos evidentes demagógicos y populista, pero que al fin y al cabo buscan socavar los avances logrados, los espacios ganados, no les importa el pueblo, por eso de vanaglorian de las migajas que dicen dejar caer, pero que nadie ve, echando por tierra políticas sociales eficientes que han dado resultados reales.
Gracias a Dios, y a los avances en materia de comunicaciones y tecnología, los pueblos ya no comen mentiras disfrazadas de logros, la verdad está ahí a un botón, y cada cual sabrá poner en su lugar a cada uno, a la hora de la verdad, lo bueno de la democracia es que ella misma te da el poder de escoger cada 4 años las manos en la cual poner las expectativas de progreso del pueblo dominicano, subidos en el metro del progreso, el desarrollo y el bienestar.
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