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Dominicanos en Florida, altamente preocupados por lo que pasa en su país

Los dominicanos que viven en el exterior mantienen un vínculo de preocupación por los temas que afectan su país natal.

Por Manuel Almánzar Castillo
Excónsul de República Dominicana en Miami

Los compromisos adquiridos con mi partido político, la Fuerza del Pueblo, me imponen frecuentes viajes para reunirme con dirigentes y militantes por todo lo largo y ancho de este maravilloso lugar llamado Florida. Reconozco que realizo este trabajo con esmero, dedicación y cargado de emociones.

Manuel Almánzar, excónsul general
de República Dominicana en Miami.
Al momento de escribir estas líneas, me preparo para partir al condado floridano de Braward. El plan luego es trasladarme al condado de Palm Beach y visitar sus diferentes municipalidades durante todo el fin de semana.

En días recientes, tras visitar y reunirme con las comunidades dominicanas de Orlando, Kissimmee, Tampa y Jacksonville, encontré al dominicano de siempre. Ese dominicano alegre, dispuesto y, sobre todo, altamente interesado en lo que pasa en su país natal.

Preocupado por su República Dominicana, aquella de la cual se marcharon dejando enterrado su corazón, como dice una canción cubana muy de moda en los años 60s y 70s. Su interés básico y fundamental es exactamente coincidente con el de los dominicanos que residimos allá. Cómo se solucionarán los problemas que afectan a Quisqueya: la delincuencia y la violencia, el alto costo de la vida, la corrupción, el desempleo, y los problemas de salud y educación.

Es lógico que a los dominicanos les preocupen estos temas, porque, aunque vivan lejos de su tierra en el suelo patrio siempre quedan seres queridos, y estos problemas sin dudas pueden afectarles.

Siempre son temas de alto interés para los dominicanos de aquí, esas inquietudes motivan entonces el tono de nuestra conversación con esos seres maravillosos que vienes aquí a trabajar, no solo para ellos, sino para los que se quedaron atrás, y ese, quizás, es el acto más puro de nobleza que pueda realizar un ser humano, luchar por el bienestar de los demás.

De todas las comunidades visitadas, la única que no conocía es Jacksonville. Allí encontré una comunidad dominicana trabajadora, emprendedora, tranquila y, se puede decir, que hasta cierto punto olvidada por las autoridades dominicanas.

Aquí cabe destacar una cierta autocrítica, pues en mi gestión en el Consulado Dominicano de Miami, siempre traté de cerca y visité todas las comunidades donde viven cantidades apreciables de dominicanos, pero nunca fui a Jacksonville, a pesar de múltiples viajes que realicé, incluso fuera del Estado de Florida, incluyendo a Texas, Georgia y Carolina del Norte.

La mayor parte de los residentes que conocí en Jacksonville son originarios de la Provincia Valverde, y tienen gran vocación para los negocios. Demostraron que sacan de su escaso tiempo libre para aportar en lo que pueden a la causa de su comunidad y claro está, de su país.

Me siento muy honrado de conocer la esencia del pueblo trabajador dominicano y nunca me cansaré de trabajar por el bienestar, el progreso y el desarrollo de la comunidad dominicana de Florida, a la cual me siento vinculado por el sagrado compromiso de luchar por el bien común, el desarrollo y bienestar de esta comunidad que la que amo con todo mi corazón.

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