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El impacto de la visita de Barack Obama a Cuba

Cuando los Papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I visitaron a Cuba en 1998, 2012 y 2015, respectivamente, una amplia mayoría pensaba que la Isla comunista sería testigo de múltiples "cambios positivos", que eventualmente favorecerían a su población. Si bien los tres Pontífices de la Iglesia Católica lograron cierta apertura hacia la "libertad religiosa", la nación caribeña de más de 11 millones de habitantes todavía está muy lejos de un cambio rumbo a la democratización.

Hoy los cubanos continúan siendo oprimidos por el régimen revolucionario de los hermanos Castro, y al gobierno cubano parece no importarle que estos abusos sean reportados en los medios internacionales de prensa. Los disidentes opositores siguen siendo detenidos si manifiestan sus puntos de vista, mientras miles de cubanos prefieren jugarse la vida lanzándose al mar para intentar cruzar el Estrecho de la Florida en busca de tierras de libertad, en vez de continuar viviendo en un bajo un sistema totalitario y sin libertades.

Al igual que ocurrió cuando los Papas visitaron la Isla, ahora muchos tienen la esperanza en la apertura de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, y la reciente (e histórica) visita del presidente Barack Obama, a finales de marzo pasado.

Definitivamente el futuro y la historia serán los únicos en determinar el verdadero impacto del viaje del mandatario estadounidense a Cuba; el primero en visitar la isla en 88 años, y (quizás más importante) el primero en acercarse a los Castro desde que la Revolución asumió el poder en 1959.

Durante décadas, Cuba fue un aliado de la extinta Unión Soviética y un agrio enemigo de Estados Unidos. Ahora Obama desea ponerle fin a las diferencias políticas y económicas que dividen ambos países implementando un proceso de intercambios (y acercamientos) culturales, deportivos y comerciales. Sin eliminar el embargo económico que por más de cinco décadas frenó el intercambio económico entre Cuba y Estados Unidos, la administración del presidente Obama flexibilizó las restricciones a Cuba, facilitó los viajes y el envío de remesas y bienes.

Un poderoso y notable grupo de exiliados cubanos critican la actitud de Obama y su interés por restaurar las relaciones con Cuba. Rechazan totalmente la posibilidad de que Cuba abra un consulado general en el Sur de Florida, y se oponen a que Estados Unidos sea amigo de un régimen totalitario responsable de miles de muertes y encarcelamientos injustos, y donde se violan los derechos humanos.

Es completamente entendible el sentimiento anti-cubano de los exiliados del Sur de Florida, una comunidad indudablemente lesionada por crueldad de casi seis décadas del régimen castristas.

Pero también hay que entender el otro lado de la moneda. El embargo económico contra Cuba no ha resultado en sus más de 50 años (los Castros siguen firmes) y el no dialogar con el enemigo nunca llega a una conclusión favorable.

La visita del presidente Obama sin dudas alimentó las expectativas de todos los cubanos de la Isla, ante la necesidad urgente de nuevas oportunidades económicas y de apaciguar los controles del gobierno comunista. La antigua retórica revolucionaria, y el ataque constante contra el embargo estadounidense ya no son suficientes para el régimen Castrista.

Afortunadamente, el gobierno cubano permitió que Obama se dirigiera abiertamente al pueblo cubano, y seguramente el mandatario estadounidense piensa que la diplomacia en Cuba eventualmente funcionará.

El problema es que mientras los Castros sigan con vida, y no se aflojen las restricciones contra el pueblo, la visita de tres días de Obama a la Isla pasará a la historia como una instancia irrelevante.

Una cosa sí está clara… Ni Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni ningún organismo internacional es responsable por impulsar cambios en Cuba. Sólo el pueblo cubano, dentro y fuera de la Isla, es el responsable hacer cambios para su país. Ni Obama, ni los Papas católicos deben hacerlo.

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El periodista Fernando Almánzar trabaja como Productor y Editor de Asignaciones en Telemundo, y ha sido galardonado con tres Premios Emmy como miembro del equipo del programa matutino "Un Nuevo Día".

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