Los que apoyaron a Trump con su voto… ¿cómo se sienten hoy?
Por Fernando Almánzar
Mi Tierra News
Tras ser testigo de la peor semana bursátil de los últimos cinco años (la cual generó un desplome de todos los mercados de valores a nivel global), me pareció apropiado congratular a los más de 77 millones de estadounidenses quienes favorecieron a Donald Trump, el pasado 5 de noviembre de 2024.
Mis sinceras felicitaciones las comparto, por supuesto, especialmente con aquellos votantes latinos quienes, a pesar de las promesas racistas y antiinmigrantes de Trump, decidieron respaldar al líder republicano con su voto en las urnas, esperanzados de que él iba a "rescatar" la economía y hacer que "Estados Unidos fuera grande de nuevo". Yes… Making America great again!
Hoy me arde la curiosidad por preguntarles, ¿cómo se sienten ahora? Aquellos que apoyaron (y todavía apoyan ciegamente) a Trump, ¿están cosechando ya los beneficios de sus erráticas políticas económicas? ¿Están listos para comenzar a pagar más dinero por todos los productos y servicios que consumimos en Estados Unidos a consecuencia de los aranceles impuestos por la Casa Blanca esta semana?Entiendo que los simpatizantes del mandatario de 78 años son expertos en defender lo indefendible. Pero ¿cómo explicar que, en tan solo dos días, Wall Street perdió las ganancias acumuladas en los últimos años? Estamos hablando de que desde el "Día de la Liberación" de Trump, las acciones estadounidenses perdieron más de $6 billones de dólares en capitalización de mercado.La mayoría de los expertos coinciden en que, si Trump mantiene su actual política arancelaria, la economía de Estados Unidos tomará un giro hacia la recesión. Y, como sabemos, cuando Estados Unidos estornuda, al resto del continente latinoamericano le da resfriado.
Para ser justo y balanceado, es necesario destacar que Trump insiste en que la actual disrupción económica es un mal necesario y temporal para "hacer que Estados Unidos vuelva a ser rico" (Make America wealthy again). Según Trump, como parte de su "Día de la Liberación", tanto los mercados bursátiles como la economía nacional pronto volverán a "a experimentar un auge" de ganancias. El presidente insistió en que hay que ser pacientes y eventualmente, todo va a estar bien.
La contrariedad de esta premisa es que (está demostrado) que nosotros los seres humanos tenemos una inmensa inhabilidad para recordar el pasado. Nunca nos acordamos de lo que pasó antes. Este llamado de "paciencia" porque la "economía va a mejorar", la promulga el mismo presidente quien un mes antes de que el COVID-19 se convirtiera en una pandemia mundial, dijo que la mortal enfermedad viral "desaparecería para el mes de abril" al llegar el calor de la primavera. Si no me creen, busquen su discurso del 10 de febrero de 2020.
Lo peor es que, a lo largo de ese año, en por lo menos 40 ocasiones más, en sus comparecencias públicas Trump minimizó la gravedad del COVID-19 y falsamente repitió su visión de que "desaparecería". Su audacia fue tan insólita que, el 23 de abril de 2020, en la Sala de Prensa de la Casa Blanca les pidió a los funcionarios de salud del gobierno a investigar sobre una inyección de lejía o blanqueador (bleach) en el cuerpo humano como método para combatir el COVID-19. Por supuesto, los centros de envenenamientos de todo el país registraron un aumento de casos de personas que decidieron inyectarse para sobrevivir el Coronavirus.
Por ende, la lógica (y la evidencia) sugiere que no podemos confiar en Trump cuando promete que las cosas van a salir bien. Ese virus que él prometió "desaparecería" en unas cuantas semanas (cuando llegara el calorcito de la primavera), terminó matando a más de 1.2 millones de personas en Estados Unidos.
Esta semana, al anunciar su nueva política económica, Trump insistió en que habrá miles de millones de dólares entrando a Estados Unidos en inversiones de empresas que querrán fabricar sus productos en el país para evitar pagar los estrepitosos aranceles de importación.
El problema radica en que políticas arancelarias similares ya han sido implementadas en el pasado y se ha demostrado que no funcionan. De nuevo, los humanos somos incapaces de tomar decisiones sin revisar la historia. Nuestras metidas de pata se repiten...
En junio de 1930, el presidente Herbert Hoover promulgó la Ley Arancelaria Smoot-Hawley, que aumentó drásticamente los aranceles estadounidenses sobre más de 20,000 productos importados. El propósito de la medida era proteger a los agricultores y fabricantes estadounidenses para incentivar la producción doméstica (Made in the U.S.A.).
¡El resultado fue financieramente catastrófico! La Ley Smoot-Hawley desencadenó una guerra comercial mundial y empeoró la Gran Depresión, que se extendió hasta 1939. El comercio mundial disminuyó alrededor del 66 % entre 1929 y 1934, y las exportaciones estadounidenses a los países que tomaron represalias disminuyeron significativamente.
En síntesis, la Ley Arancelaria Smoot-Hawley (que es muy similar a la política implementada esta semana por Trump) no funcionó. En vez de ayudar a la economía del país, colocó a la nación en un abismo financiero. Irónicamente, fue la producción masiva de aviones, barcos y armamento militar que fabricó Estados Unidos para pelear en la Segunda Guerra Mundial lo que salvó la economía.
Jamás he sido creyente de teorías conspirativas. En mi opinión son pendejadas inventadas por gente que quiere hacer daño o no tiene nada que hacer. Pero si reflexionamos a fondo el comportamiento de Trump, ¿quién dice que este tambaleo económico no es parte de un plan para que la nación americana entre en guerra?
Él mismo se encargó de hacer enemigos antes de juramentarse para su segundo término en la Casa Blanca. ¿Será que pelearemos para retomar el Canal de Panamá o adueñarnos de por la fuerza de Groenlandia?... ¿Querrá Trump enojar aún más al mundo árabe al acercarse más a las políticas de Israel y su primer ministro Benjamin Netanyahu? ¿O es que Trump quiere divorciarse por completo de la Unión Europea al alinearse con el presidente ruso Vladimir Putin? ¿Quién sabe? Cualquier comentario sin evidencia sería puramente especulativo.
Lo que sí está claro es que, en este momento, a nivel democrático toca respetar la decisión de los más de 77 millones de estadounidenses que votaron por Trump. Desde el punto de vista económico, lo único que podemos hacer es esperar. El ciudadano común como usted y como yo no puede hacer nada para minimizar el impacto arancelario que nos viene encima.
No quiero decir que lo peor está por venir. Pero, es necesario abrocharse bien su cinturón porque la turbulencia está lejos de pasar. La última recomendación que les comparto es, ¡tengan paciencia!... El 7 de noviembre de 2028, nuevamente habrá elecciones presidenciales, y seguramente para entonces habrá mejores opciones para elegir, tanto del bando republicano como del lado demócrata.
Finalmente, recuerden que, en exactamente 1,386 días, Trump deberá abandonar la Casa Blanca. Claro… Esto es si no hace una "marulla" para violar la Constitución y quedarse en el poder para un tercer término presidencial como él mismo ha sugerido. Después de todo, Trump tiene el control del Senado y la Cámara de Representantes, así como una marcada mayoría conservadora en la Corte Suprema de Justicia. ¡Cualquier cosa puede pasar! Ya nada puede sorprendernos.
El periodista Fernando Almánzar es ganador de tres Premios Emmy de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Televisión. Trabaja como Editor de Asignaciones en Univision 23 – Miami, y es productor de noticias en CNN En Español.
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