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Análisis: El problema haitiano… ¿qué pueden hacer los dominicanos?

Por Franklin Báez Brugal
Revista Dominical Dejando Huellas

SANTO DOMINGO - He escrito varios artículos sobre el problema haitiano. En uno de ellos, publicado en junio del 2021 bajo el título de "Haití", entre otras cosas, decía lo siguiente: "En Haití no existen interlocutores válidos, la credibilidad de su clase política es mínima, el reducido grupo empresarial existente es el principal responsable de la explotación de su pueblo y socio activo de las componendas políticas que en ese lugar se fraguan".

Frente a estos hechos y a las innegables repercusiones que tienen en República Dominicana los sucesos que se producen en Haití, y al cada vez más evidente deterioro de la situación, me pregunto ¿qué podemos hacer nosotros los dominicanos?

En primer lugar, es necesario entender que, mientras exista este planeta, haitianos y dominicanos compartiremos la isla. Los problemas haitianos, tarde o temprano también se convertirán en dominicanos y, las migraciones, cuando se producen por necesidad, son muy difíciles de controlar.

En otro escrito titulado "Haití de Nuevo", publicado en enero del 2022, señalaba: "Visto el poco interés demostrado por Estados Unidos y la comunidad internacional en contribuir a una solución del problema haitiano, y siendo Haití uno de los pocos países en el mundo que todavía mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, una salida al alcance es la de romper relaciones con esa Nación asiática y establecerlas con China; este último país es reconocido por su pragmatismo, y si esto se concreta, podría llevar importantes inversiones al territorio haitiano, además de asistencia técnica y otros beneficios. Lo más probable sea que a los estadounidenses no les agrade esa decisión, pero dada la indiferencia demostrada, una alianza con China podría ser beneficiosa para Haití".

En el último de mis artículos, publicado en mayo de 2022 con el título de "Somalia y Haití", escribí: "Hacemos esta breve descripción sobre Somalia y su situación, por las similitudes que tiene con lo que ocurre en Haití en estos momentos. El país vecino [a República Dominicana] viene desmoronándose institucional y socialmente frente a los ojos indiferentes de todos, sin que nadie mueva un dedo para evitarlo. Es evidente que el gobierno haitiano no controla el país, y que las instituciones que se supone regulan su vida hace tiempo dejaron de funcionar. Bandas fuertemente armadas, dotadas de modernos elementos de guerra, poco a poco se han ido adueñando de gran parte de su territorio, dividiendo su control. Los secuestros [en Haití] son muy frecuentes, así como la violencia y el crimen; siendo la inseguridad alimentaria cada vez mayor, agudizando el conflicto y el sufrimiento de la población por los enfrentamientos entre las diferentes bandas. Haití es otra Somalia, pero en el Caribe".

Hoy estamos en el mes de febrero del año 2023, y la situación existente en el lado occidental de la frontera de la Isla de Santo Domingo, en lugar de mejorar ha empeorado, llevando los niveles de sufrimiento de la población haitiana a lo casi insoportable.

A pesar de que República Dominicana ha hecho oír su voz en procura de una intervención de la comunidad internacional para tratar de encontrar una solución a este problema, se ha quedado sola y sus justificados reclamos no han sido escuchados.

Parece que quienes más pueden ayudar, hoy tienen otros problemas y no les importa que se pierdan unos cuántos miles de vidas en ese empobrecido país, que no tiene ni petróleo, ni oro, ni tierras exóticas, sino sólo sufrimientos, violaciones, torturas y dolor.

Un editorial del Diario Libre, publicado el pasado 7 de febrero, se hace eco de este problema y comenta un interesante artículo publicado recientemente por José Singer, quien fuera el representante dominicano ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El autor propone un gran acuerdo que determine la política nacional sobre el tema de la migración haitiana y su participación en la economía, así como la política del país en cuanto a las relaciones bilaterales con nuestros vecinos.

Dada la magnitud del problema que enfrentan los dominicanos, y del agravamiento de la situación en Haití, esta propuesta debe ser escuchada y prestarle la debida atención, dada la repercusión que podrían tener los acontecimientos que se vienen desarrollando del aquel lado de la frontera en el futuro de la nación dominicana.

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